Figura es un concepto que proviene del vocablo latino figūra. Aunque tiene varios usos, en este caso nos interesa su acepción como algo que significa o representa otra cosa.
El concepto de literario, por su parte, procede del latín litterarius. Este adjetivo se emplea para calificar a aquello vinculado a la literatura: la expresión artística que se desarrolla mediante manifestaciones verbales.
Una figura literaria, en este marco, es un recurso que implica el uso de las palabras de una forma no habitual. Los términos se utilizan con sus acepciones más comunes, pero junto a determinadas cuestiones semánticas, gramaticales o fonéticas para alejarlos de su marco corriente y así producir una expresión diferente.
Características de una figura literaria
Las figuras literarias son importantes para la retórica: es decir, para la construcción de un discurso capaz de conmover o convencer. De este modo, se trata de herramientas que, aprovechando las posibilidades que brinda la lengua, sirven para construir imágenes que resultan bellas según criterios estéticos o son capaces de generar emociones o sensaciones.
Es habitual que se asocie la figura literaria al tropo. La diferencia es que, mientras que en la figura literaria las palabras se emplean con su acepción común, en el tropo se les da un sentido diferente al que les pertenece, aunque guardando con éste un vínculo por semejanza o correspondencia. De todos modos, esta diferenciación es sutil y en ocasiones no se tiene en cuenta.
Según sus propiedades, las figuras literarias se clasifican de distinta forma. A grandes rasgos, se distinguen las figuras literarias de pensamiento y las figuras literarias de dicción. A su vez, en estos conjuntos se pueden reconocer a las figuras literarias de omisión, transformación, acumulación o amplificación, entre muchas otras.
La metáfora
La metáfora es una de las figuras literarias más conocidas. En este caso, se desplaza el significado de un término a otro a partir de una cierta similitud.
Supongamos que alguien hace referencia a la final de un campeonato de fútbol y menciona: “El partido fue una batalla”. De esta manera hace alusión a un encuentro deportivo que resultó disputado, peleado o violento. Por supuesto, el partido no fue una batalla en el sentido bélico (un enfrentamiento entre fuerzas armadas), sino que se esgrime que tuvo algunos rasgos que podrían definirse simbólicamente como propios de una guerra.
Otras metáforas habituales ubican lo positivo en un lugar superior (arriba) y lo negativo, en una zona inferior (abajo): “La banda de rock está en la cima gracias a su nuevo álbum”, “Estoy por el suelo, me despidieron del trabajo”, “Los políticos siempre ascienden socialmente aprovechándose de los recursos públicos”.
La ironía, otra figura literaria popular
Si bien se tiende a relacionar las figuras literarias con la literatura propiamente dicha (o sea, con los libros), la noción aparece en la vida cotidiana. Un ejemplo es lo que ocurre con la ironía, una figura literaria que consiste en dar a entender algo diferente u opuesto a lo que se dice.
Tomemos el caso de una persona que, con el objetivo de limpiar un teléfono, lo coloca dentro de la lavadora (el lavarropas). El resultado, obviamente, es desastroso: el dispositivo termina roto. Al enterarse de lo ocurrido, alguien le comenta: “Eres un genio”. Como se puede advertir, en realidad no está destacando la genialidad del sujeto, sino señalando lo contrario.