La noción de forastero tiene su origen etimológico en el vocablo catalán foraster. El concepto hace referencia a aquel que procede o es oriundo de otro lugar (es decir, de un sitio diferente al propio).
Por ejemplo: «En el pueblo hay intranquilidad ya que arribó un grupo de misteriosos forasteros que tratan de huir de los vecinos…», «A veces siento que soy un forastero en mi propia tierra», «Un cronista debe mirar la realidad de su país con ojos de forastero».
Un forastero, por lo tanto, llega de afuera. Se trata de un individuo que reside o se encuentra en una zona de la cual no es nativo o en la que no vive de forma estable o fija. Un hombre nacido en Alemania es un forastero en Paraguay, por citar un caso. Lo mismo ocurre con una mujer iraní que se halla en Sudáfrica.
El término suele emplearse en pequeños poblados en los cuales una persona foránea llama la atención o, al menos, es detectada rápidamente por los vecinos. En una gran ciudad, con movimientos masivos de sujetos, migraciones y actividad turística, resulta difícil descubrir quién es un forastero. Muchos de los ciudadanos, de hecho, pueden haber nacido en otro lugar y haberse instalado en la localidad hace una cierta cantidad de tiempo.
Este término no es de uso común en el habla cotidiana, aunque es muy probable que la mayoría de la gente lo conozca y entienda su significado sin problema. Si lo buscamos en un diccionario de sinónimos, nos encontramos con una moderada lista de palabras, algunas más normales que otras, pero todas con la misma connotación: extraño, foráneo, desconocido, exótico, alienígena y extranjero. Sin lugar a duda, esta última es la más usada en el lenguaje popular, ya que refleja con total claridad las dos acepciones mencionadas en los párrafos anteriores: «que viene de fuera» y «persona que vive en un lugar donde no ha nacido».
Otros términos de esta lista de sinónimos, en cambio, apuntan a la tercera acepción reconocida por el diccionario de la Real Academia Española: «ajeno, extraño». En este marco tenemos exótico y desconocido; el primero de ellos expresa un grado mucho mayor de rareza en el objeto o el sujeto al cual se puede aplicar, ya que el segundo denota simplemente que el hablante se ha encontrado por primera vez con él y que hasta entonces no sabía de su existencia.
La vida de un individuo forastero no siempre es fácil, ya que existe una larga lista de desafíos que deberá superar para asentarse y llevar una vida cómoda en su nuevo hogar. En primer lugar se encuentran las barreras lingüísticas, que suponen un obstáculo importante incluso entre dos países donde se habla el mismo idioma; de hecho, en estos casos la dificultad puede ser mayor que en los demás, por la necesidad de «volver a aprender» el significado de muchas de las palabras más comunes.
Las diferencias culturales que pueden apreciarse en la vida cotidiana también dificultan la integración de una persona forastera: desde las convenciones propias de la comunicación gestual hasta la búsqueda laboral, pasando por las características del transporte público y los horarios comerciales, la vida en el extranjero es mucho más difícil de lo que la mayoría cree cuando hace la maleta. Quizás el desafío más grandes sea aceptar el desarraigo y adaptarse a lo que el nuevo lugar tiene para ofrecernos.
En algunos países, la idea de forastero se emplea como sinónimo de visitante, sobre todo en el terreno del deporte: «El Deportivo San Antonio derrotó como forastero al Atlético Amanecer», «El conjunto dirigido por Marcos Trattomonte consiguió un empate en calidad de forastero en su última presentación».