En el latín es donde se encuentra el origen etimológico del término fortuito que ahora nos ocupa. En concreto, podemos establecer que deriva de «fortuitus», que es fruto de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua:
-El sustantivo «fortuna», que puede traducirse como «suerte».
-El sufijo «-ito», que se usa como diminutivo.
La noción hace referencia a aquello que se produce de forma casual o accidental. Lo fortuito, por lo tanto, se vincula a la fortuna (en el sentido de tratarse de una serie de hechos o acontecimientos que se genera imprevistamente).
Por ejemplo: «Anoche se produjo un encuentro fortuito entre el presidente y el líder opositor en un restaurante del centro», «El éxito en esta profesión nunca es fortuito: obedece al esfuerzo y al estudio», «Gracias a un hallazgo fortuito, un arqueólogo descubrió los restos de una ciudad precolombina en Centroamérica».
Entre los sinónimos de fortuito podemos destacar palabras tales como inesperado, eventual, imprevisto o transitorio, por ejemplo. Por el contrario, entre sus antónimos están términos como previsto, pensado, planificado, organizado…
La idea de caso fortuito se emplea en el ámbito del derecho para aludir al suceso acontecido por azar que genera algún tipo de daño. Dado su origen, no es posible atribuir su efecto a ninguna persona en particular.
Un caso fortuito, de este modo, exime del cumplimiento de ciertas obligaciones a los individuos, debido a que se considera que el suceso no se podía prever y, por eso mismo, no se podía evitar. El caso fortuito suele ser provocado por un asunto interno que resultaba desconocido para el sujeto.
Supongamos que un hombre que conduce un automóvil provoca un accidente debido a una falla mecánica de su vehículo. Si esta persona tenía toda la documentación en regla, la causa de dicha falla era desconocida y el defecto irrumpió de forma súbita, puede decirse que se trata de un caso fortuito. El conductor no tenía forma de prever lo que iba a acontecer.
A diferencia de un caso fortuito, el caso de fuerza mayor no solo no se puede prever, sino además resulta inevitable. Estos casos de fuerza mayor se producen por un agente externo, como un fenómeno natural.
Dentro del ámbito de la medicina también se utiliza el término fortuito que ahora nos ocupa. En concreto, se habla de parto fortuito, que es aquel alumbramiento de un bebé que se produce de forma inesperada y espontáneamente sin que lleguen a existir condiciones que sean óptimas ni para aquel ni tampoco para su madre. Es interesante saber que más de la mitad de los pequeños que vienen al mundo de esa manera consiguen sobrevivir y salir adelante, no obstante, muchos de ellos van a tener que pasar sus primeros días y semanas en las unidades de cuidados intensivos neonatales de los hospitales.
En el campo de la cultura también se ha empleado en numerosas ocasiones la palabra fortuito para darle título a ciertas obras. Este sería el caso, por ejemplo, de la novela «Desliz fortuito», que está escrita por Anne Gracie y que se enmarca dentro del género romántico. En concreto, es la cuarta parte de la saga «Jinetes oscuros».