Un gasoducto es una tubería muy extensa y de gran grosor que permite transportar un gas combustible a través de una larga distancia. Es habitual que el gasoducto se inicie en un yacimiento natural y luego se dirija hacia un centro de distribución.
También llamado gaseoducto, un gasoducto posibilita que el gas circule a alta presión. Por lo general, los gasoductos son tuberías que se entierran a una profundidad de entre 1 y 2 metros. En algunos casos, sin embargo, estas tuberías se desarrollan sobre la superficie.
En este contexto se utiliza la unidad de presión conocida como bar, la cual equivale a un millón de barias, la unidad que se define como la presión que ejerce una fuerza de una dina sobre un espacio de un centímetro cuadrado. La unidad de fuerza denominada dina equivale a 10 newton elevados a la menos 5, o a la fuerza que cuando se aplica a una masa de un gramo le pasa una aceleración de un centímetro por segundo al cuadrado.
En la red básica, el gas suele circular por el gasoducto con una presión de 72 bar. Para llegar a los hogares, en la red de distribución urbana la presión se reduce a 16 bar.
Aunque las normativas que regulan su creación y su funcionamiento pueden variar según el país, los gasoductos deben respetar diversos criterios por motivos de seguridad. La instalación de válvulas que permitan interrumpir el flujo cada ciertos intervalos en caso de accidente (como puede ser una fuga que afecte negativamente la presión de gas) y de sensores que puedan detectar eventuales fugas y la creación de estaciones de compresión son algunas de las medidas habituales.
Estas estaciones de compresión se deben colocar a lo largo del gasoducto, a una distancia específica unas de otras, en los casos en los que la tubería sea muy larga. Esta medida de seguridad se suele complementar con la instalación de cables de fibra óptica que permitan transmitir la información del estado del gasoducto para que los operadores puedan detectar las fugas a tiempo. La construcción de caminos para facilitar el acceso a los puntos en los que se producen las fugas, así como la instalación de equipos contra incendios y estaciones de emergencia también son reglamentarios.
Para minimizar el impacto ambiental de los gasoductos, el proceso de construcción se somete a diversas inspecciones. Luego también se analiza la huella que produce la instalación del gasoducto en el terreno.
Por lo general, el gasoducto comienza cerca de un puerto marítimo por el que pasan buques que llevan el gas natural licuado (GNL), el gas natural que ha pasado por el proceso necesario para su transporte en estado líquido. Su punto de inicio puede ser una planta de regasificación o bien un yacimiento, aunque a veces de instalan para la conexión de plantas de gas con otras que se dedican al envasado y se ubican en la ciudad.
Otros de los propósitos que llevan a la construcción de un gasoducto son la distribución a lo largo de una red determinada de tuberías (que pueden encontrarse en una ciudad, una fábrica o un centro de consumo) y el llenado de cilindros.
Existen dos técnicas fundamentales para trazar un gasoducto a través de un río: la perforación horizontal y la dirigida. Las mismas sirven para evitar cualquier trastorno en la fauna y la flora del lugar. También se pueden aplicar para atravesar líneas de ferrocarriles, autopistas y carreteras.
El gasoducto más largo del mundo se encuentra en China. Con una extensión de más de 8000 kilómetros, fue inaugurado a finales de 2012 y requirió una inversión de unos 22 570 millones de dólares. Esta línea permite transportar cerca de 30 mil millones de metros cúbicos de gas anuales.