La generación distribuida es un modelo de producción de energía eléctrica basado en el aprovechamiento de múltiples fuentes de tamaño pequeño que se ubican en las cercanías de los lugares de consumo. Esta generación a pequeña escala se complementa con la electricidad originada en las centrales tradicionales.
El concepto suele hacer referencia a la integración de microredes de energía renovable (procedente de paneles solares, aerogeneradores o turbinas eólicas, etc.) a la red de distribución habitual que se alimenta de instalaciones centralizadas. Esta cogeneración aporta varios beneficios, como su contribución al cuidado del medio ambiente y una mejor respuesta a los picos de demanda de energía, entre otros.
Puede decirse que las fuentes de generación distribuida cooperan con las centrales convencionales. En algunos casos, de todos modos, se plantean como una alternativa. Lo que debe considerarse es que los sistemas de generación distribuida alcanzan una potencia instalada de hasta 10 MW.
Historia de la generación distribuida
La historia de la generación distribuida se asocia a un nuevo enfoque en la producción de electricidad. Desde hace mucho tiempo, gran parte de la electricidad que se consume en las naciones industrializadas proviene de centrales hidroeléctricas, nucleares o de combustibles fósiles. Estas instalaciones funcionan con un elevado impacto ambiental y bajo rendimiento energético, pero suelen brindar considerables rendimientos económicos.
Por lo general, dichas centrales se instalan lejos de las ciudades por motivos medioambientales, logísticos y de seguridad, lo que obliga a desarrollar redes muy extensas que lleguen hasta el punto de consumo.
Frente a esta realidad, surgió la noción de generación distribuida con la finalidad de superar algunas de estas falencias. Por un lado, al basarse en fuentes de energía renovable, se reduce la contaminación.
Por otra parte, como esas fuentes de generación se ubican cerca del sitio de consumo, se necesitan menos líneas eléctricas, que a la vez son de menor extensión. Esto reduce los costos tanto de instalación como de mantenimiento, además de evitar las pérdidas de energía que tienen lugar durante el transporte.
Algunos ejemplos
Debido a estos beneficios, es habitual que se apliquen medidas tendientes a promover la generación distribuida. En Argentina, por ejemplo, existe un régimen de fomento que estimula el autoconsumo e incentiva que el excedente generado sea inyectado a la red.
Si nos centramos específicamente en la provincia de Buenos Aires, en abril de 2023 se implementó la Ley de Generación Distribuida. Esta normativa habilita a los vecinos a transformarse en usuarios-generadores a partir de la instalación de paneles solares en sus hogares, pudiendo autogenerar la energía eléctrica que consumen y enviar el excedente a la red de electricidad, obteniendo un pago por dicho suministro.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), en tanto, es necesario tramitar el Certificado de Usuario Generador. Cumplido este paso, se pueden realizar transacciones bajo el sistema conocido como net billing para desarrollar una balance neto entre la energía que se recibe del sistema convencional y aquella que se inyecta, cuyo resultado se refleja en la factura del servicio eléctrico.
Regulación de la generación distribuida
La regulación de la generación distribuida es muy importante para preservar la seguridad. Por lo general, las normativas de conexión a la red contemplan que la empresa distribuidora se encargue de analizar la factibilidad técnica para su aprobación.
Aquellos que aspiran a convertirse prosumidores (productores-consumidores), por lo tanto, deben respetar las regulaciones energéticas. Recién al obtener las autorizaciones fijadas por las autoridades están en condiciones de firmar contratos de compra de energía con las distribuidoras.
Hay que considerar que la generación distribuida beneficia a distintos actores. El prosumidor, una vez que satisface sus necesidades de consumo de energía gracias a la autogeneración, puede comercializar el excedente. La distribuidora, por su parte, puede atender mejor la demanda con dicha operación, lo que permite que el sistema en general adquiera mayor calidad. Que la generación distribuida se sustente en energías renovables, finalmente, contribuye a la conservación medioambiental.
Los vehículos eléctricos
La electrificación de vehículos puede resultar útil para la generación distribuida. Con baterías de flujo con carga bidireccional, un coche puede aportar o recibir electricidad de la red de acuerdo a sus necesidades.
Se conoce como vehicle to grid o V2G a ese vínculo que puede establecerse entre los vehículos eléctricos y una red inteligente. Para que exista un equilibrio, el automóvil se carga en los horarios donde la demanda de electricidad resulta menor, mientras que hace su aporte cuando se registra el pico de demanda.
Una ventaja que ofrecen los coches respecto a otras fuentes de generación distribuida es que inyectan la energía de forma inmediata. Esto quiere decir que no hay que esperar hasta que estén en condiciones de generar aquello que se les demanda.
En definitiva, con el V2G, cuando el vehículo no está en movimiento se lo deja conectado a la red para que inyecte electricidad hasta que se produzca la necesidad de recarga, momento en el cual se invierte el flujo.