El vocablo latino gregarius llegó al castellano como gregario. Este adjetivo puede emplearse para calificar al animal cuya vida se desarrolla en una manada, un rebaño o una colonia: es decir, en un grupo.
A la relación que establecen estas especies y a dicha tendencia a la agrupación se la conoce como gregarismo. Los animales gregarios realizan una asociación para trabajar en conjunto y así perseguir un objetivo en común. El gregarismo, por lo tanto, supone un tipo de relación intraespecífica.
Las bandadas, los enjambres y los cardúmenes son colectivos que se forman con especies gregarias. Al asociarse, el animal asume un coste pero, a su vez, obtiene beneficios por la pertenencia al conjunto. Al actuar de modo gregario, por ejemplo, cada individuo logra una mejor protección contra los depredadores y gana eficiencia en la locomoción.
El ser humano, ¿gregario o solitario?
El ser humano, por la complejidad de la especie, no es totalmente gregario ni solitario. Las personas tienen intereses y necesidades tanto particulares como sociales, que satisfacen de forma individual y grupal.
Aplicada al hombre, la idea de gregario suele utilizarse para calificar a aquel que confía y sigue propuestas e ideas ajenas de manera resuelta o que se desenvuelve junto a otros sujetos sin distinción.
El término en el ciclismo
En el ámbito del ciclismo, por último, se llama gregario al corredor cuya función en asistir a quien encabeza el equipo o a otro competidor que tiene una categoría más alta que la suya. El gregario puede situarse delante del líder para protegerlo del viento o suministrarle bebidas y alimentos, por citar dos posibilidades.
El gregario del ciclismo es considerado por muchos «el héroe en las sombras», ya que de su labor depende en gran parte el rendimiento de los ganadores, aunque sean estos últimos los que se lleven el cien por ciento de los aplausos. Retomando una de sus funciones principales, la protección del jefe de filas contra el rozamiento del viento es fundamental para disminuir su desgaste físico -nótese que éste repercute, por lo tanto, directamente en el gregario- pero también para mantener su velocidad tan alta como sea posible.
Existe también el concepto de gregario de lujo, el cual hace referencia a que un corredor de gran relevancia ocupe el rol del gregario. Dos ejemplos destacados de la década de los 80 son Laurent Fignon y Greg LeMond, dos ganadores del Tour de Francia que se desempeñaron como gregarios del también reconocido Bernard Hinault. En la misma época, los españoles Pedro Delgado y Miguel Indurain actuaron de gregarios mutuamente, el uno del otro, incluso hasta comienzos de la década de 1990.
Hacia el final de la primera década de este milenio, el aclamado ciclista norteamericano Lance Edward Armstrong tuvo como gregarios a Roberto Heras, Paolo Savoldelli y Yaroslav Popovych, entre otros importantes personajes del ciclismo internacional. Por último, un año antes de alcanzar la victoria en la centésima edición del Tour de Francia, el británico Christopher Clive Froome fue gregario de Bradley Wiggins.
El lanzador gregario
Se conoce con el nombre de lanzador, por otra parte, al gregario que colabora con los esprínters a alcanzar el primer puesto. El esprínter es el ciclista de pista o carretera que se caracteriza por conseguir altas velocidades máximas y mucha potencia en esfuerzos cortos, gracias a lo cual puede apuntar a resultados más satisfactorios en el marco de las llegadas masivas o en pelotón, llamadas sprints o esprines.
La función del lanzador es iniciar el esprín del esprínter más importante de su equipo, lo cual resulta de gran ayuda en los últimos kilómetros de la carrera. Si mantiene la velocidad a lo largo de un tramo extenso, se lo conoce como rodador. Cabe mencionar que en algunos casos, el lanzador también es un gregario de lujo.