Herpes es una erupción que suele ser crónica y que genera escozor y comezón. Puede aparecer en puntos aislados de la piel y bajo formas muy distintas. Es posible distinguir entre herpes simple y herpes zóster.
El herpes simple es una enfermedad infecciosa caracterizada por las lesiones cutáneas que se forman por pequeñas vesículas en racimo. Estas vesículas, que aparecen rodeadas de un halo rojo, son causadas por un virus.
Aunque no existe una cura definitiva para el herpes simple, la medicina ha desarrollado diversas formas de tratamiento que permiten reducir los síntomas y acelerar la curación de las lesiones.
El herpes zóster o herpes zona, también conocido como culebrilla y culebrina, es una enfermedad producida por la reactivación del virus de la varicela. Este trastorno causa pequeñas ampollas dolorosas que se agrupan alrededor de un dermatoma. El herpes zóster puede aparecer en los labios, los ojos y los genitales.
Síntomas del herpes zóster
Los síntomas del herpes zóster incluyen la fiebre, sensibilidad a la luz, cefalea y malestar general. Después comienzan los hormigueos, los picores y un fuerte dolor en la zona del nervio afectado hasta que se produce la erupción cutánea.
En algunos casos, sobre todo en los ancianos, el dolor causado por el herpes zóster se vuelve crónico (neuralgia post-herpética). La severidad del dolor puede incapacitar al paciente.
El herpes zóster, al igual que el herpes simple, no puede ser curado (es decir, el virus no puede ser eliminado del organismo). Existen, en cambio, tratamientos para aliviar los síntomas y reducir la gravedad y extensión del proceso.
Consecuencias emocionales
Si bien existen causas físicas que provocan el surgimiento de un herpes, muchas veces la principal razón es psicológica. Del mismo modo, también la afección de esta dolencia puede traer conflictos emocionales importantes para un individuo.
Los herpes genitales pueden ser muy comunes, sin embargo, todavía existe una gran resistencia de parte de las personas a hablar sobre ello. Es que, generalmente, sentirse afectado por este problema suele traer consecuencias emocionales bastante severas.
Uno de los consejos más usuales al sufrir de este trastorno es comenzar un tratamiento psicológico para evitar que sus consecuencias sean más duras que las ya presentes físicas. Es importante que además de tratar el problema visible con antivirales, o el tratamiento que nos haya recomendado nuestro especialista, también se trabaje sobre los sentimientos, causados por la imposibilidad de llevar una vida normal.
La vergüenza que siente el paciente le impide acercarse a un amigo o familiar para conversar sobre el tema, por eso es tan importante que exista un terapeuta que pueda orientarlo, para que sepa canalizar sus angustias de la forma más adecuada. De no hacerlo, es probable que el individuo se vea afectado por alguna enfermedad emocional, la más común es la depresión.
El herpes genital y la salud mental
Una vez el paciente recibe el diagnóstico, siente un grave malestar, provocado por la sensación de ver herido su honor. El hecho de que se trate de una enfermedad que ha contraído por transmisión sexual, lo llena de una vergüenza mayor. El sentimiento de culpa puede ser un grave condicionante para su salud mental. Y, si el contagio se produjo por no haber tomado las precauciones recomendadas, ésta podrá alcanzar magnitudes mayores, que puedan llegar incluso al autodesprecio o actitudes nocivas con su propia persona.
Las consecuencias de todo esto pueden ser: un miedo aberrante que lo lleve a recluirse, evitando incluso el contacto con sus amigos, incluso aquéllos con los que se sentía más unido. Esta reclusión voluntaria debe ser conversada con un especialista, quien ayudará al afectado a resolver sus conflictos emocionales y tomar decisiones que no pongan en peligro su estabilidad mental.