En el ámbito de la biología, la idea de tropismo se utiliza para aludir al desplazamiento que realizan las plantas a modo de respuesta ante un estímulo procedente del exterior. Según la naturaleza del estímulo, los tropismos se clasifican de distintos modos.
El hidrotropismo es la respuesta del vegetal hacia un estímulo acuático. Este tropismo suele reflejarse en el crecimiento de las raíces orientado por la disponibilidad de agua.
Las plantas terrestres, de hecho, pueden subsistir gracias a la capacidad adaptativa que supone el desarrollo del hidrotropismo. Esta respuesta permite que sus raíces absorban el agua que se encuentra en el suelo.
En dicho caso, el hidrotropismo es positivo: las raíces crecen hacia la zona donde detectan un mayor nivel de humedad relativa. El organismo, por lo tanto, reacciona de forma positiva y se dirige hacia el agua.
El hidrotropismo negativo, en cambio, implica lo contrario. Las raíces, en este marco, crecen alejándose de la humedad.
En este proceso las hormonas denominadas auxinas son claves debido a que indican a las raíces cómo deben orientarse hacia el agua. La caperuza de la raíz, al captar el agua, envía una señal al sector más alargado. Los pelos radiculares posibilitan la absorción de la humedad encontrada.
Es importante tener en cuenta que el hidrotropismo le permite a la planta orientarse hacia el agua algunos milímetros, pero no más. Esto quiere decir que el ejemplar no está en condiciones de detectar el agua a una gran distancia ni de alterar su crecimiento considerablemente para alcanzarla.
Por otra parte, el crecimiento hacia el suelo de las raíces está determinado por otro tropismo: el gravitropismo, una respuesta a la fuerza de gravedad.
Es muy común que en nuestra lengua confundamos ciertos conceptos o que aceptemos determinados mitos como verdades a pesar de no contar con la suficiente información como para contrastarlos. El hidrotropismo también sufre de esta distorsión de la realidad a causa de los datos poco precisos que se pasan en el boca a boca. Uno de los conceptos erróneos es que el hidrotropismo es la razón de que las raíces se desarrollen con mayor intensidad en las zonas húmedas que en las secas.
El hidrotropismo puede conseguir que una raíz se aproxime a una zona del suelo más húmeda, pero no tiene lugar antes del nacimiento de la planta, por lo cual su sitio de nacimiento no está relacionado con este fenómeno. Por otro lado, es natural que las plantas proliferen más si tienen la cantidad de líquido que necesitan para desarrollarse, aunque este valor sea diferente en cada especie.
Otro de los datos erróneos que algunos esparcen acerca del hidrotropismo es que las raíces pueden detectar el agua incluso a través de las paredes de una tubería. Esto es falso, aunque sí suele ocurrir que aprovechen pequeñas grietas para alcanzar el agua. De todos modos, como se menciona en un párrafo anterior, la distancia máxima de este movimiento de rotación es muy pequeña.
Una de las enseñanzas más valiosas que podemos obtener a través de la observación del hidrotropismo es que las plantas también están vivas y debemos respetarlas, aunque las usemos para alimentarnos y curar enfermedades. Podemos entender que son un recurso puesto a disposición de todos los animales, pero eso no nos da derecho a matarlas si no las necesitamos.
Gracias al hidrotropismo, las plantas aprovechan el agua, uno de sus recursos más preciados, de una forma mucho más eficiente que si permanecieran estáticas durante todo su desarrollo. Cada ecosistema les provee a sus individuos diferentes posibilidades, y la clave de la subsistencia siempre reside en la adaptación, una materia que a los seres humanos no se nos da especialmente bien.