La higiene mental es el conjunto de actividades que permiten que una persona esté en equilibrio con su entorno sociocultural. Estas acciones intentan prevenir el surgimiento de comportamientos que no se adapten al funcionamiento social y garantizar el ajuste psicológico imprescindible para que el sujeto goce de buena salud mental.
La sociedad en general debe involucrarse en la creación de un ambiente propicio para que todas las personas se encuentren en equilibrio con el entorno. La familia, el sistema educativo, el Estado y la religión, por ejemplo, aportan a la higiene mental.
Hábitos que contribuyen a la higiene mental
Cuando hablamos de higiene mental se hace necesario que establezcamos que existen multitud de hábitos que podemos realizar de manera periódica y frecuente para conseguir que aquella sea lo más óptima posible. En concreto, algunos de los más significativos son los siguientes:
Valoración positiva de uno mismo. Con esto lo que venimos a dejar patente es que se hace vital y fundamental para nuestra salud mental que reforcemos tanto nuestra autoestima como nuestro propia imagen. Y es que no sólo debemos valorar lo bueno que tienen el resto de personas sino también nosotros mismos.
Gestión de nuestras emociones. Todas y cada una de las emociones que nos asaltan, tanto en el lado positivo como en el negativo, se hace necesario que sepamos encauzarlas e interpretarlas por nuestro bien.
Recuerdos positivos. En este caso se trata de que debemos marcharnos al pasado para recordar momentos buenos y positivos y no otros que nos hicieron daño o que nos causaron frustración.
Satisfacción de las necesidades básicas. Tener una buena higiene mental que nos proporcione una salud mental estable y equilibrada es algo que pasa, entre otras cosas, por la satisfacción de nuestras necesidades básicas. Si no satisfacemos las mismas lo que haremos será causarnos una frustración y, por tanto, un daño. Entre esas necesidades principales estaría el comer, el beber, el dormir, el practicar sexo…
Ver lo positivo. Muchas serán las situaciones y las personas que estarán presentes en nuestro alrededor y de todas ellas sólo hay que quedarse con lo que es positivo y bueno para nosotros.
Reflejo en el comportamiento
La autonomía, el bienestar subjetivo, el potencial emocional y la competitividad forman parte de los factores que debe cuidar la higiene mental. Es importante tener en cuenta que la ausencia de un desorden mental reconocido (como la esquizofrenia o la psicosis) no implica el bienestar mental.
La salud mental de un individuo se refleja en su comportamiento cotidiano y está vinculada a la capacidad para manejar sus temores y angustias, controlar la ansiedad, enfrentar las dificultades y aliviar las tensiones. Todas las personas deberían poder llevar adelante una vida independiente sin que las relaciones interpersonales afecten su poder de decisión y resolución.
La higiene mental debe ser cuidada por cada individuo a través de hábitos positivos que le permitan mantener el equilibrio interno. La valoración positiva de los rasgos propios y ajenos, la catarsis emocional y el fortalecimiento de la autoestima son algunas de las cuestiones que cualquier persona debe trabajar para proteger su higiene mental y para evitar desequilibrios psicológicos que le impidan desenvolverse con normalidad.