Idealismo es una noción que posee dos grandes acepciones. Por un lado, se emplea para describir la posibilidad de la inteligencia para idealizar. Por otra parte, el idealismo se presenta como un sistema de carácter filosófico que concibe las ideas como el principio del ser y del conocer.
El idealismo de perfil filosófico, por lo tanto, sostiene que la realidad que se halla fuera de la propia mente no es comprensible en sí misma, ya que el objeto del conocimiento del hombre siempre es construido a partir de la acción cognoscitiva. Immanuel Kant, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, George Berkeley y Francis Herbert Bradley son algunos de los filósofos idealistas más reconocidos.
Idealismo vs. materialismo
Puede decirse entonces que, en la filosofía, el idealismo se opone al materialismo, una doctrina que asegura que la única realidad es la materia. Los idealistas subjetivos creen que la entidad en sí es incognoscible, pero la reflexión brinda la posibilidad de acercarse al conocimiento. Para los idealistas objetivos, en cambio, el único objeto que puede conocerse es aquel que existe en el pensamiento del individuo.
Es posible distinguir, de acuerdo al idealismo, entre el fenómeno (el objeto que puede conocerse de acuerdo a la percepción de los sentidos) y el noúmeno o noumeno (es decir, los objetos en sí mismos, con sus propias características naturales). La realidad está conformada por el contenido de la conciencia del hombre: o sea, por lo que percibimos y no por lo que realmente es.
Diferencias con el realismo
En general, los términos idealismo y realismo suelen confundirse, pero existen muchas diferencias entre ambos que resulta necesario señalar.
En principio, ambos conciben el origen del conocimiento de manera diversa; el realismo sostiene que se da en las cosas, mientras que el idealismo lo define como una actividad que realiza el hombre para elaborar conceptos.
El realismo plantea la existencia de las cosas independientemente de nuestro razonamiento o de nuestros procesos intelectuales. Por otro lado, el idealismo defiende la participación de la mente para la concepción, por ejemplo, de las leyes, las matemáticas o el arte, las cuales no tendrían lugar sin nuestra intervención.
De esta forma, se entiende que el idealismo se centra en el ser humano como sujeto necesario para dar lugar a la realidad, mientras que el realismo parte de ella y va en su búsqueda. Depende del grado de conocimiento de ambos conceptos, algunos afirman que están muy cerca de ser opuestos, mientras que otros los conciben como complementarios.
El idealismo según las creencias
El concepto de idealismo se vincula de distintas maneras con el alma, la esencia, el tiempo, la vida después de la muerte y la inmortalidad. Por eso, desde la religión, la espiritualidad y el misticismo, la idea ha sido analizada de múltiples formas a lo largo de la historia.
En el cristianismo, muchos expertos en teología evidenciaron un pensamiento que puede calificarse como idealista al asociar toda lo existencia a Dios. En el hinduismo, el idealismo se asocia a la conciencia como sostén de la realidad, apelando al concepto de maya.
El budismo, el taoísmo y el sufismo también tienen vertientes idealistas, de acuerdo al análisis de diversos pensadores. En este caso de la filosofía oriental, aparecen nociones como atman, nirvana (iluminación) y samsara.
Algunas clasificaciones
El idealismo puede clasificarse de distintas maneras según diferentes criterios. Se denomina idealismo absoluto, por señalar una clasificación, a la posición filosófica asociada al monismo que adoptó Hegel sobre la comprensión del ser.
El idealismo subjetivo, en tanto, es una doctrina monista relacionada con Berkeley que postula la inexistencia de lo material, mientras que el idealismo objetivo se basa en la lógica refiriendo que las ideas tienen una existencia autónoma y el ser humano accede a ellas a través de la experiencia. Otra variante es el idealismo trascendental, también llamado subjetivismo trascendental, que fue desarrollado por Kant y que menciona la necesidad de dos elementos para que exista la cognición: un objeto que sea externo a la persona y un sujeto que es aquel que conoce.
No se puede dejar de mencionar la clasificación del idealismo de acuerdo a la región donde se forjaron sus ideas. Se hace referencia, en estos casos, al idealismo alemán (con los aportes de Hegel, Kant, Schelling y más pensadores), idealismo británico (de John McTaggart y Francis Herbert Bradley, entre otros), etc.
Otras acepciones de idealismo
En el lenguaje coloquial, el idealismo está asociado a la confianza en valores que al día de hoy cayeron en desuso y al optimismo. Un idealista cree que la moral, la ética, la bondad, el deber y la solidaridad logran imponerse frente a conceptos contrarios (como la inmoralidad, el egoísmo y otros términos asociados a lo malo). Por ejemplo: «Mi abuelo siempre fue un idealista que luchó por un mundo mejor».
Lamentablemente, este sentido de idealismo se acerca peligrosamente a la negación, que es una de las mayores causas del fracaso del ser humano como especie. Creer de manera firme e inquebrantable en algo, ignorando la posibilidad de un cambio, haciendo oídos sordos a la diversidad de opiniones, es lo mismo que morir; es poner límites que no permitan que nada avance, estancar el aire para que con las corrientes no traiga nuevos aromas. Esta actitud suele estar asociada con personas mayores pero, como otras actitudes autodestructivas, no repara en edad, género ni raza.
El concepto en la pintura
En la pintura, el idealismo es una forma de representar la realidad con un nivel muy alto de fidelidad, similar al realismo artístico.
Sin embargo, se opone a este último ya que intenta «purificarla» de cualquier elemento vulgar o carente de belleza, según la visión propia de cada artista. Sólo los aspectos de mayor elegancia y refinamiento pasan el filtro de dicha abstracción, dando como resultado escenas forzosamente fluidas, sin mucho contraste y equilibradas artificialmente.