El primer paso que vamos a dar en pro de conocer el significado del término implorar es descubrir su origen etimológico. En este caso, podemos subrayar que se trata de una palabra que deriva del latín, del verbo «implorare». Este, que puede traducirse como «pedir llorando», es fruto de la suma de dos componentes léxicos de aquella lengua:
-El prefijo «in-«, que significa «hacia dentro».
-El verbo «plorare», que es sinónimo de «llorar».
El verbo implorar alude a realizar una solicitud con súplicas o ruegos. Quien pide algo de este modo como favor o gracia, por lo tanto, implora.
Por ejemplo: «Luego de desperdiciar el penal, el jugador junto sus manos para implorar perdón a los simpatizantes», «Voy a tener que implorar la condonación de la multa ya que no puedo pagarla», «Al bordo de la deshidratación, el fugitivo decidió acercarse al pueblo a implorar un poco de agua».
Entre las palabras que pueden funcionar como sinónimos de implorar podemos destacar desde suplicar hasta rogar pasando por invocar, instar, clamar, mendigar, deprecar, suplicar o solicitar. Por el contrario, entre sus antónimos nos encontramos con términos como exigir, mandar o imponer, por ejemplo.
Implorar es un pedido apasionado o desesperado. Supongamos que un joven, en medio de una discusión, le dice cosas hirientes a un amigo, quien se enoja con él. Una vez que pasa el tiempo y se serena, el muchacho se da cuenta de que cometió un error y que no debía haber expresado lo que le dijo a su amigo. Por eso no duda en llamarlo por teléfono para implorar su perdón, consciente de su falta.
Tomemos el caso de un hombre que está desempleado y que tiene un hijo enfermo. Ante la imposibilidad de comprarle los remedios que necesita, se acerca a la Casa de Gobierno para implorar ayuda. El sujeto lleva una carta para el presidente donde detalla su situación, confiando en que el mandatario o un funcionario se conmueva y le brinde algún tipo de asistencia.
Las personas religiosas, por último, suelen implorar a Dios y a los santos. Si un católico desea protección para su familia, puede implorar a la Virgen María, por citar una posibilidad.
De la misma manera, no podemos pasar por alto la existencia de obras que utilizan en sus títulos la palabra que nos ocupa o alguna derivada. Este sería el caso, por ejemplo, del libro «Implorando un sueño», que está escrito por Richard Erdoes y que lleva por subtítulo «La visión del mundo de los nativos americanos».
En el año 1997 fue cuando se publicó ese trabajo que trata de acercar al gran público la vida de los nativos americanos, su forma de subsistir, su cultura o incluso la historia más reciente de ellos, dispuestos a luchar a diario por su dignidad y por su manera de entender el mundo. Y ese mencionado del autor lo consigue gracias al arduo trabajo de investigación y análisis que ese llevó a cabo durante varias décadas.