De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), el verbo imponer tiene más de una decena de acepciones. El término proviene del vocablo latino imponĕre.
La noción de imponer puede hacer referencia a establecer una obligación o una carga. Por ejemplo: “El pacto se encarga de imponer diversas obligaciones a las partes que lo suscriben”, “El gobierno analiza la posibilidad imponer una nueva tasa a las operaciones inmobiliarias cuyo valor supere el millón de pesos”, “El presidente planea imponer aranceles a la importación de automóviles de lujo”.
Imponer también alude, sobre todo en el terreno del deporte, a triunfar o a superar a un adversario: “El piloto alemán se volvió a imponer en la Fórmula 1 y está cerca de conseguir un nuevo título”, “Si el conjunto local se pretende imponer a su rival, deberá modificar su actitud”, “Nunca pensé que me iba a imponer en un torneo de estas características, la verdad es que estoy sorprendido y feliz”.
En este marco, sin embargo, debemos señalar que el verbo no se usa como en las acepciones anteriores sino en su forma reflexiva. Un verbo reflexivo es el que se conjuga agregando un pronombre átono, el cual debe concordar tanto en género como en número. Continuando con el caso de imponer, veamos todas las posibles construcciones de este tipo: imponerme (yo), imponerte (tú), imponerse (él), imponernos (nosotros), imponeros (vosotros) / imponerse (ustedes), imponerse (ellos). Como podemos notar, el pronombre átono se aparece en tres casos: él, ustedes y ellos, es decir, la primera persona del singular, la segunda y la tercera del plural, respectivamente.
La idea de imponerse ante un rival puede usarse en diversos contextos más allá del deporte, aunque siempre denota algún tipo de competencia. En el ámbito de los negocios, por ejemplo, cuando una compañía se impone ante otra entendemos que logra captar un público mayor o que sus propuestas son las más aceptadas. De un modo similar, podemos decir que un producto se impone ante otro si consigue más ventas o críticas más positivas por parte de los medios de comunicación.
Hacer valer el poder o la autoridad es otra acción que puede mencionarse como imponer: “Si me tengo que imponer ante el resto de mis compañeros, lo haré”, “Cuando surge un desacuerdo, el capitán es quien se debe imponer para tomar las decisiones”, “El gobernador se logró imponer y finalmente no se modificarán las fechas de las elecciones”.
Esta acepción puede resultar parecida a la anterior en cuanto al uso de la forma reflexiva, pero tiene un matiz diferente: mientras que en una competencia deportiva o empresarial el factor que determina el éxito es el talento o la elaboración de una táctica efectiva, en este caso estamos hablando de una acción que se lleva a cabo por la fuerza, haciendo uso de los privilegios que nos brinda nuestra posición dentro de una determinada jerarquía o bien consiguiendo el respeto que nos estaba siendo negado de manera injusta.
Colocar algo encima de alguien, resultar imprescindible o necesario y dar nombre, por último, puede denominarse como imponer: “Ahora el sanador va a imponer sus manos sobre la cabeza del enfermo”, “Si el fuego sigue avanzando, el gobierno local probablemente imponga la evacuación del pueblo”, “El alcalde se encargará de imponer el nombre de la estación”.
Aquí entramos en el terreno de las imposiciones, que se pueden entender como órdenes imposibles o difíciles de ignorar. Si un gobierno impone la evacuación de un pueblo, los ciudadanos no tienen la posibilidad de negarse, ya que se trata de una decisión cerrada que deben obedecer para no incurrir en un delito.