Lo impredecible no puede ser pronosticado, vaticinado o anticipado. Se trata de aquello que resulta imposible de predecir y cuyos efectos o alcances suelen ser desconocidos.
Por ejemplo: “El éxito de una película es impredecible: en ocasiones piensas que a una propuesta le irá bien y fracasa, y en otros casos no le tienes fe al producto y termina estableciendo un récord de taquilla”, “Los terremotos son impredecibles, de pronto la Tierra empieza a temblar y ya es tarde para ponerse a resguardo”, “El fútbol es un deporte impredecible que siempre deja lugar para las sorpresas”.
Personas impredecibles
La noción de impredecible también puede emplearse para calificar a las personas que tienen comportamientos erráticos o que evidencian una falta de coherencia en su accionar. Por eso no se puede saber cómo van a actuar.
Supongamos que el dueño de una empresa suele efectuar despidos sin motivo alguno, contratar trabajadores sin saber qué tarea cumplirán en la organización e impulsar y descartar proyectos según su estado de ánimo. Todas estas características convierten al empresario en un hombre impredecible.
En algunos contextos, ser impredecible es una cualidad positiva. Si nos centramos en el fútbol, contar con delanteros impredecibles es bueno para un equipo, ya que para los defensores rivales es imposible anticipar sus jugadas. A un futbolista que tiende a tratar de eludir a sus oponentes corriendo hacia la izquierda es más fácil quitarle el balón que a aquel cuyos movimientos son impredecibles.
La planificación de la vida
En un sentido profundo, suele decirse que la vida en general es impredecible. Cualquier planificación puede desmoronarse ante hechos fortuitos o aleatorios que obligan a modificar la intención original.
La naturaleza impredecible de la vida es también una de las características que la vuelven más interesante. Esto se puede apreciar en diferentes momentos y situaciones. Cuando conocemos a alguien, por ejemplo, ya sea en la escuela, en la oficina o en nuestro edificio, entre otras muchas posibilidades, nunca sabemos de qué clase de persona se trata; nos toma días, semanas y meses llegar a definirla en nuestra mente con un cierto grado de precisión, e incluso entonces puede sorprendernos con su comportamiento.
El impacto de lo impredecible
En otras palabras, la cantidad de personas que conoceremos a lo largo de nuestra vida y las características de cada una de ellas es absolutamente impredecible. Por otro lado tenemos los sucesos aparentemente fortuitos, tanto los positivos como los negativos. En el primer grupo hay cuestiones como recibir un aumento de suelo cuando menos lo esperamos, encontrar la casa de nuestros sueños a un precio accesible o comenzar una gran amistad en una fiesta.
Las cosas impredecibles negativas pueden ser enfermedades graves, la muerte de un ser querido a causa de un accidente o un aumento excesivo e inesperado en el alquiler de nuestra casa: todas cosas que nos golpean y nos obligan a tomar decisiones para las que no estábamos preparados. Sobra decir que éstas son las peores noticias, las que nos llevan muchas veces a bajar los brazos; sin embargo, si conseguimos recordar la posibilidad de que nos ocurran cosas positivas, entonces podemos hacerles frente con más fuerza.
El lado impredecible de la vida que la vuelve emocionante debería ser suficiente para soportar el dolor que nos causa el otro con sus fuertes azotes. Pero cada uno sabe cuánto está dispuesto a sufrir, y nadie puede imponerles a los demás la obligación de seguir adelante después de ciertos momentos tristes. La vida debería ser un período en el cual damos y recibimos, sembramos y cosechamos; si la inversión nos resulta demasiado grande para los beneficios, entonces podemos intentar un cambio de estrategia, pensando en que siempre podemos encontrarnos con una sorpresa a la vuelva de la esquina.