El impresionismo es una corriente arte surgida en el siglo XIX, principalmente vinculada a la pintura: los pintores impresionistas retrataban objetos de acuerdo a la impresión que la luz produce a la vista y no según la supuesta realidad objetiva.
El movimiento impresionista se desarrolló en Francia y luego se expandió a otros países europeos. Al plasmar la luz en los cuadros, se dejaba de lado la identidad de aquello que la proyectaba.
Características del impresionismo
El impresionismo muestra una preponderancia de los colores primarios, utilizados sin mezcla. Los tonos oscuros, en cambio, no son usuales. Al respecto, cabe mencionar que los impresionistas postularon los principios del contraste cromático, que suponen que cada color es relativo a los colores que le rodean.
Los artistas impresionistas, por otra parte, solían pintar sin intención de ocultar las pinceladas fragmentadas. De esta forma demuestran cómo, bajo ciertas condiciones, la perspectiva permitía que distintas partes inconexas dieran lugar a un todo unitario.
Édouard Manet, Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Armand Guillaumin y Edgar Degas son algunos de los máximos exponentes de la pintura impresionista. Cada uno, sin embargo, mantuvo un estilo personal dentro de las características de estilo compartidas por todos los integrantes del movimiento.
La corriente en la música
Con respecto a la música impresionista, se trata de una corriente también surgida en Francia, cuando finalizaba el siglo XIX. Entre los compositores más sobresalientes de esta época se encuentran Claude Debussy y Maurice Ravel, ambos franceses. Siglos antes del nacimiento del barroco musical, la música contaba con cerca de siete escalas, las cuales fueron perdiendo importancia con el paso del tiempo, hasta quedar simplemente dos: la mayor y la menor, también llamadas jónica y eólica, respectivamente.
Llegó el período posromántico y algunos compositores, como fue el caso de Camille Saint-Saëns y Gabriel Fauré, comenzaron a experimentar con las escalas olvidadas y con uno de los elementos fundamentales del impresionismo: el timbre. Sus pruebas, sin embargo, no excedieron los límites de una aventura que partía de la curiosidad, pero que no tenía un fin en particular.
Ya en el ocaso del siglo XIX, el impresionismo representó la completa liberación a nivel armónico y rítmico ; si bien existían reglas y límites, se trata de una era en la cual era posible cuestionarlas y buscar nuevos horizontes musicales. El objetivo de esta corriente era que las ideas pudieran ser expresadas de una forma no muy directa, casi como si se tratara de la percepción de una persona acerca de otra composición, una que sí hubiera tenido rasgos bien definidos.
Rasgos del impresionismo musical
Veamos a continuación las características fundamentales del impresionismo musical:
* más libertad en el ritmo, ofreciendo a los intérpretes la posibilidad de modificar a gusto la duración de las notas;
* se utilizaban los modos y se presentaron diversas variaciones los mismos. Asimismo, algunos modos fueron creados durante este período, tal y como hizo Debussy en su pieza para flauta titulada Syrinx. Además de los clásicos, se utilizó un gran número de modos que provenían de diferentes culturas;
* la experimentación a nivel tímbrico, lo cual representa el aspecto más destacable de esta corriente. Esto dio lugar al nacimiento de sonidos y efectos que jamás habían sido producidos por instrumentos musicales, repercutiendo directamente en la sensibilidad del oyente.
Los compositores impresionistas buscaban romper las cadenas que oprimían la música, que la convertían en un objeto de lujo, en un arte para académicos; se propusieron liberarla y devolverle la espontaneidad que debía caracterizarla, aquellos sonidos de la naturaleza que debían adornarla. Esto no significa que las creaciones anteriores al impresionismo sean necesariamente rígidas o carentes de color; además, no debe menospreciarse la importancia de la interpretación, que puede convertir una pieza en algo que ni el propio autor haya imaginado.