Inmóvil es un adjetivo procedente del vocablo latino immobĭlis que hace referencia a aquel o aquello que no tiene movimiento. Lo que está fijo, firme o quieto, por lo tanto, se encuentra inmóvil.
Por ejemplo: “Tras recibir la descarga eléctrica y caer al suelo, el hombre permaneció inmóvil unos segundos y luego empezó a moverse”, “Con un fuerte zurdazo, el delantero suizo dejó inmóvil al arquero y marcó el primer tanto del encuentro”, “Al escuchar la noticia, me quedé inmóvil y no pude reaccionar”.
Para calificar algo como inmóvil, antes tuvo que tener movimiento o debe existir la posibilidad de que lo tenga en el futuro. Los objetos inanimados como una mesa, una escultura o una casa, por citar algunos casos, nunca se moverán por sí mismos, por lo cual carece de sentido aclarar que están inmóviles.
Las personas y los animales, en cambio, realizan una amplia variedad de movimientos, incluso inconscientes, y cuentan con capacidad de locomoción. De hecho, al respirar, un ser vivo se mueve. De esta manera, cuando alguien se queda muy quieto, puede decirse que parece inmóvil, por más que realice pequeños movimientos difíciles de percibir.
Un individuo que cae desmayado, en este marco, queda inmóvil. En un sentido figurado, también se muestra inmóvil quien resulta paralizado por un shock o una emoción.
Supongamos que un joven camina por la calle cuando, de pronto, observa a su esposa besándose con un desconocido en un banco de un parque. El muchacho, aturdido por la escena, se queda inmóvil unos instantes, intentando procesar y entender aquello que está viendo. Cuando consigue reaccionar, decide acercarse a pedir explicaciones.
Precisamente, las noticias o las imágenes que nos resultan extremadamente impactantes pueden provocarnos un estado de parálisis que dure unos pocos segundos porque no sabemos qué hacer. Una de las explicaciones es que no solemos prepararnos para este tipo de situaciones, que por lo general son negativas, y entonces nos cuesta procesarlas ya que nos sentimos como un niño oyendo por primera vez una palabra muy difícil de pronunciar.
En este marco, también es posible hablar de inmovilidad en un sentido simbólico para hacer referencia específicamente a la imposibilidad de reaccionar a nivel intelectual o emocional. Más allá de poder o no mover el cuerpo ante una situación impactante, la aparente «congelación» que atraviesa nuestra mente nos impide razonar qué está ocurriendo.
De modo similar, se puede usar el concepto de inmovilidad para simbolizar la falta de acción o compromiso que exhibe una persona frente a un problema determinado. Permanecer inmóvil ante un problema ajeno puede significar negarse a ayudar al otro, independientemente de los motivos que provoquen esta falta de acción.
El adjetivo inmóvil es muy común en el habla cotidiana. Sin embargo, existen diversos sinónimos, algunos de los cuales aparecen con mayor frecuencia y nos permiten apreciar ciertos matices de su significado que pueden no ser tan aparentes a simple vista. Veamos algunos de los más destacados a continuación: estable, fijo, estacionario, permanente, inalterable, invariable, inmoble, inerte, constante, firme e inconmovible.
En la lista anterior podemos notar algunos términos que sirven especialmente para hacer referencia a la ausencia de movimiento físico y otros, como ser inconmovible o inalterable, que resultan adecuados para la acepción enfocada en la razón y los sentimientos. Las personas que mantienen bloqueada su sensibilidad por lo general temen el exterior, pero la percepción que los demás suelen tener de ellas es que no quieren involucrarse porque no les interesan los problemas ajenos.
Por último, podemos mencionar algunos antónimos de inmóvil, como ser inestable, variable, móvil, alterable y cambiante. Todos ellos denotan movimiento constante, ausencia de estabilidad, una naturaleza impredecible.