La etimología de leonino nos lleva al vocablo latino leonīnus. La primera acepción que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE) alude a aquello vinculado al león (el felino mamífero cuyo nombre científico es Panthera leo).
El uso más habitual del concepto, de todos modos, permite calificar a un contrato o un acuerdo que solo brinda ventajas a una de las partes. Cuando hay un convenio leonino, por lo tanto, hay beneficiados y perjudicados.
Por ejemplo: “La oposición denunció el contrato leonino firmado por el gobierno nacional con la constructora”, “Me prestó el dinero con condiciones leoninas, pero tuve que aceptar ya que no tenía otra opción”.
En un contrato leonino, la totalidad de las ganancias son para una de las partes, mientras que las pérdidas son para la restante o restantes. Las cláusulas, en este marco, son impuestas por el más poderoso.
Supongamos que una persona que se queda sin empleo necesita contar con dinero de forma urgente para pagar el alquiler de su vivienda: de lo contrario, será desalojada. Ante esta situación acude a un prestamista que, aprovechándose de la situación, le impone cláusulas leoninas: le otorga un crédito de 10 000 pesos que deberá devolver en veinte cuotas de 1000 pesos; es decir, con un interés del 100%.
El contrato leonino pertenece al grupo de los contratos de sociedad, que son aquellos mediante los cuales dos o más partes, que pueden ser personas físicas o jurídicas, llegan al acuerdo de aportar cada una algo para llegar a un fin común. El funcionamiento de esta sociedad se rige por los estatutos que se deben aprobar en este contrato y se anulan los preceptos que los contravengan.
Es importante señalar que las ganancias no siempre se destinan a una de las partes, sino que pueden ser para dos o más de ellas; sin embargo, sí es cierto que el total de las pérdidas las reciben los demás. Si nos basamos de manera estricta en los principios de la equidad, que en el ámbito de la ciencia jurídica establece que el tribunal o el juez deben dar a cada parte lo que se merece, sin exceso ni disminución, entendemos que un contrato leonino no puede ser aprobado por las leyes y, por lo tanto, es nulo por virtud del derecho.
El uso de este término para denominar un contrato injusto tiene su origen en una fábula muy popular del fabulista romano conocido como Gayo Julio Fedro, Cayo o, simplemente, Fedro. En dicha historia, el león se asocia con diversos animales para capturar una presa pero cuando entiende que si reparten la comida entre todos no le tocaría suficiente, decide quedarse con todo haciendo uso de su fuerza superior para intimidar al resto.
También se habla de cláusula leonina para describir una que no se negocie de forma individual en los términos de un contrato, sino que una sola de las partes la imponga al resto. Las cláusulas leoninas se oponen al principio de buena fe ya que provocan un desequilibrio importante en los derechos y las obligaciones de las partes.
Este tipo de cláusula también se conoce como abusiva y la ley la considera nula de pleno derecho, o sea que no anula el contrato directamente pero sí exige una alteración sustancial del mismo para evitar que una de las partes se vea perjudicada en beneficio de la otra.
En algunos países sudamericanos, por último, se nombra como leonino al individuo que nació bajo el signo astrológico de Leo. Los nacidos entre el 23 de julio y el 22 de agosto, pues, son leoninos, como Barack Obama, Sandra Bullock, Manu Ginóbili y Ben Affleck.