La lexicología se encarga del análisis de las unidades léxicas y de los vínculos sistemáticos que se instituyen entre ellas. El término tiene su origen etimológico en lexikón, un vocablo griego que puede traducirse como «glosario».
El léxico es el vocabulario, ya sea de una lengua, una zona, una materia, etc. La función de la lexicología, en este marco, es estudiar, clasificar y representar la estructura léxica partiendo de los patrones que se encuentran en un idioma.
Lexicología vs. lexicografía
Muchas veces los hispanohablantes confundimos los conceptos lexicología y lexicografía. Sin embargo, existen claras diferencias entre ambos: mientras que la lexicografía se dedica a recopilar y explicar las palabras, elaborando diccionarios, la lexicología, se orienta a la postulación de generalizaciones sobre las relaciones entre los términos y la estructura del léxico. Además, la lexicografía es eminentemente práctica, pero la lexicología apunta a la profundización de los contenidos generales.
De este modo, así como la lexicografía permite la creación de diccionarios, la lexicología reflexiona sobre las dificultades que plantea este trabajo, definiendo los criterios que se plasman en cada obra de esta clase. Por eso ambas disciplinas de la lingüística son complementarias.
Diversas ramas
En la lexicología es posible detectar diferentes ramas. La lexicografía etimológica o lexicografía histórica se especializa en el desarrollo del vocabulario con el paso de los años. Puede describir la evolución de las palabras en el tiempo o el vocabulario utilizado en un determinado periodo del pasado.
La lexicografía especial, en tanto, se concentra en las particularidades de cada lengua. Además podemos reconocer la lexicografía cognitiva, que estudia cómo el cerebro almacena y procesa las palabras.
Lexicología y etimología
Uno de los puntos fundamentales que trata la lexicología, por lo tanto, es la etimología, o sea, la disciplina que estudia el origen de las palabras de forma individual, tomando en cuenta el momento de la historia en el que surgieron, la forma en la que se incorporaron a cada idioma y los cambios que atravesaron a lo largo de su historia, tanto en su forma como en su significado. Esta rama del saber humano es de gran importancia para mejorar nuestra comunicación y llevar adelante la evolución de nuestra lengua.
Existen numerosos ejemplos de vocablos actualmente usados en el castellano cuyo origen se encuentra en el griego y que antes de llegar a nuestra lengua pasaron por otras, como ser el latín. Por lo general, su paso por tantos contextos históricos y culturales afectó varios de sus aspectos, sino todos: mientras que los más evidentes son los ortográficos y los sonoros, los cambios semánticos son igualmente fascinantes.
Para tratar la etimología, la lexicología se vale de la lingüística histórica. Esta disciplina también se conoce con otros nombres, como ser lingüística comparada, diacrónica o comparativa. Se trata del estudio del cambio que atraviesan los idiomas en el tiempo. Aquí entra en juego el concepto de cambio lingüístico, el proceso de transformación que viven todos los idiomas a lo largo de su evolución histórica, partiendo de sus unidades más pequeñas y llegando a sus niveles más altos.
La onomasiología y la semasiología
Una de las ramas de la lexicología se denomina onomasiología y se enfoca en el estudio de la relación entre el significado y el significante, es decir, entre la idea y la forma. La pregunta que responde esta disciplina es «¿cómo está expresado X?», siendo X un concepto, un objeto, una actividad, una idea o una cualidad, por ejemplo.
Por otro lado se encuentra la semasiología, otra de sus ramas, que estudia dicha relación en el sentido opuesto: desde la forma hacia la idea. En el contexto de un diálogo, el receptor debe llevar a cabo esta función cada vez que recibe una palabra y debe atribuirle un significado.