El adjetivo límpido, que procede del vocablo latino limpĭdus, se utiliza para calificar a aquello que está limpio: es decir, que no tiene suciedad.
Lo límpido, por lo tanto, carece de manchas y se destaca por su pureza. Por ejemplo: “El partido se disputó bajo un cielo límpido, con un sol abrasador que afectó a los jugadores de ambos equipos”, “El vestido límpido e inmaculado resaltó la belleza de la joven, que se mostró radiante”, “En este pueblo se puede respirar un aire límpido ya que no hay ninguna industria contaminante en los alrededores”.
El «cielo límpido» del ejemplo anterior probablemente exhibe un color azul intenso, bien definido. No se trata solamente de la ausencia de nubes, sino de cualquier factor que pueda «ensuciar» su superficie, impedirnos apreciar la pureza de su color. En el caso del cielo, es cierto que el adjetivo límpido suele asociarse a un día caluroso, ya que en las épocas frías no es común que se encuentre tan despejado.
Si pasamos al siguiente ejemplo, el «vestido límpido» no sólo no tiene rastros de suciedad sino que también se encuentra perfectamente planchado y en un muy buen estado de conservación. Puede incluso tratarse de uno que nunca antes haya sido usado, razón por la cual sus materiales se lucen a la perfección.
La idea de «aire límpido» es tan agradable como necesaria para llevar una vida sana. Sabemos que antes de nuestro paso por este planeta el aire y el agua gozaban de un estado de pureza que al día de hoy cuesta imaginar. El grado de contaminación ambiental que suponen nuestras actividades industriales pone en riesgo el equilibrio natural y nos obliga a inventar métodos para intentar recuperarlo, aunque de forma artificial, lo cual supone una extraña contradicción.
La idea de límpido puede emplearse en sentido físico o simbólico. Una sala límpida, por citar un caso, no está sucia, sino todo lo contrario: sobresale por la pulcritud. Un individuo límpido, en tanto, es aquel que no arrastra faltas morales ni cuestionamientos de otros sujetos por su comportamiento.
Aquí vemos otro uso del término «límpido», en sentido figurado, para hablar de la ausencia de hechos reprobables en la trayectoria de una persona. En este caso podemos pensar en la expresión «manchas en el expediente», que se usa para indicar precisamente lo contrario. Podríamos decir, por ejemplo, «Juan tiene un historial límpido, sin manchas en su expediente». Usando ambas expresiones hacemos un énfasis mucho mayor en la rectitud del sujeto, para dejar bien claro que en su vida no podemos encontrar ningún detalle escabroso.
En ocasiones se usa la noción de límpido para aludir a lo puro, íntegro o contundente que resulta algo: “Al ingerir la bebida pude notar el sabor límpido de los granos de café recién tostados y molidos”, “El canto límpido del artista emocionó a todos los presentes”.
Un mensaje límpido, por otro lado, es claro. Su contenido no se encuentra enmascarado en metáforas o referencias complejas, sino que se presenta de manera concisa y accesible al receptor.
Son varios los sinónimos de la palabra «límpido», por lo cual contamos con más de una opción a la hora de expresar algunas de las ideas expuestas en los párrafos anteriores. Veamos a continuación una lista de los más comunes: «diáfano, transparente, claro, translúcido, impoluto, cristalino, puro» y «inmaculado». Por otro lado, también podemos mencionar los siguientes antónimos: «impuro, mugriento» y «sucio».
Límpido, por último, es el nombre con el cual se conoce a la lavandina o lejía en algunas regiones. Esta sustancia es una disolución de hipoclorito de sodio que se usa para desinfectar y blanquear.