La noción de manutención alude al acto y el resultado de mantenerse o mantener. Este verbo (mantener), por su parte, tiene varias acepciones: en este caso nos interesa centrarnos en la acción de brindar a un individuo los medios necesarios para su subsistencia.
La manutención, por lo tanto, consiste en sostener económicamente a alguien o a algo. Quien se encarga de la manutención proporciona los recursos para que el sujeto o la entidad estén en condiciones de subsistir.
Un padre, por ejemplo, debe encargarse de la manutención de sus hijos. Esto quiere decir que el progenitor tiene la obligación de asegurarse de que sus descendientes se alimenten de forma adecuada, reciban una educación que les brinde herramientas para el futuro, vivan en un entorno de amor y protección, etcétera.
Las características y los alcances de la manutención dependen de cada legislación. Las leyes establecen cómo cada padre tiene que resolver esta cuestión y garantizar el sustento.
Luego de una separación y su consiguiente divorcio, los padres deben atravesar una etapa muy delicada en la cual organizar la manutención de los hijos menores. En primer lugar debemos señalar que el límite de edad para recibirla no es el mismo en todos los países, aunque por lo general no supera los dieciocho años.
En una familia ideal, donde a pesar del rompimiento de la pareja los padres no anteponen sus propios problemas de relación a la salud y la felicidad de sus hijos, resolver los asuntos vinculados a la manutención no es tan difícil, a pesar de que conlleve una serie de trámites de variada complejidad. Sin embargo, son más comunes las situaciones conflictivas, en las cuales los niños siempre salen perdiendo.
El dinero siempre ha sido motivo de problemas a lo largo de la historia, y lamentablemente también lo es en este contexto. Son muchos los casos de padres que intentan evadir su responsabilidad de mantener económicamente a sus hijos luego de un divorcio porque no consideran justas las condiciones de la manutención.
Tomemos el caso de la manutención de una organización no gubernamental dedicada al cuidado del medio ambiente. Se trata de una asociación formada por activistas que realizan jornadas de limpieza de espacios públicos y campañas de concienciación para minimizar la contaminación. Para solventar los gastos, los miembros de la ONG piden donaciones a los vecinos y organizan rifas con premios que aportan diversas empresas. Además la entidad recibe un subsidio por parte del gobierno. De este modo, la manutención es posible por la colaboración de la gente y por el aporte estatal. Este dinero se destina totalmente a la cobertura de las erogaciones, ya que los miembros del grupo no cobran y la ONG no busca ganancias.
Muchas veces confundimos el significado de la palabra manutención con el de mantenimiento, en especial cuando se usa con referencia a una empresa u organización. Sin embargo, sus definiciones son diferentes. Mientras que la manutención de una empresa está ligada al aprovisionamiento, almacenaje y manipulación de repuestos, piezas y mercancías para su uso posterior, el mantenimiento es una serie de tareas y medidas que buscan prevenir o corregir problemas en el funcionamiento de la maquinaria, entre otras posibilidades.
Cuando hablamos del cuidado de una persona no decimos mantenimiento, sino manutención. Esta distinción la hacemos de forma intuitiva, aunque no sepamos definir en profundidad cada término, simplemente porque en el habla cotidiana jamás se intercambian en este contexto. Sin embargo, si nos remitimos a sus respectivas etimologías notamos que comparten dos de sus componentes léxicos, aunque con ciertas diferencias: ambos comienzan con manu («mano»); continúan con tenere, un verbo que para manutención se traduce como «guardar, defender» mientras que para mantenimiento, como «dominar, retener»; mantenimiento, además, finaliza con el sufijo -mento, que indica «medio o instrumento».