Las máscaras mortuorias o máscaras de muerte son creadas a partir del rostro de una persona recientemente fallecida, con la intención de preservar su retrato de la forma más realista posible. Fueron muy usuales durante los siglos XVIII y XIX en el mundo occidental, sobre todo con personalidades reconocidas. De todas formas, esta práctica tuvo su origen en la época romana y egipcia.
Cabe destacar que una máscara es un pedazo de material (puede ser tela, yeso, madera, plástico, oro, pieles u otros) que se utiliza sobre la cara, cubriéndola. La palabra proviene del término francés masque o del italiano maschera, aunque sus antecedentes más remotos son los antepasados en latín mascus («fantasma») y en árabe maskharah («bufón»).
Funciones de las máscaras
Las máscaras cumplen con diversas funciones: rituales, sociales, religiosas, de entretenimiento y otras. Pueden utilizarse en obras de teatro, como parte de las celebraciones de carnaval o para imitar a ciertos personajes. También pueden servir como protección en medio de un enfrentamiento o para ocultar la identidad.
En algunas culturas, existe la creencia de que el uso de una máscara permitirá que quien la portase adquiriría las cualidades de la representación de dicha máscara. Por ejemplo, una máscara de león inducirá al portador a adquirir características propias de dicho animal y a comportarse como tal.
La máscara mortuoria a lo largo de la historia
El revolucionario mexicano Pancho Villa, el emperador francés Napoleón Bonaparte, la política argentina Eva Perón, el compositor alemán Ludwig Van Beethoven, el poeta británico William Shakespeare y el faraón egipcio Tutankhamon son algunos de los personajes históricos que cuentan con sus máscaras mortuorias.
Cabe mencionar que la máscara mortuoria no nos ofrece una mirada a estas y otras personalidades destacadas de la historia, sino a sus rostros una vez que habían fallecido. Hay mucha gente que considera esta práctica macabra, de mal gusto e innecesaria, ya que muchos de ellos vivieron en épocas en las que ya existían los retratos y las esculturas, de manera que ni siquiera era la única forma de inmortalizar sus aspectos.
De hecho, si somos un poco meticulosos, ¿cómo inmortalizar a alguien que ya ha muerto? La máscara mortuoria es para muchos una muestra más de nuestro miedo a la muerte, una de las tantas consecuencias negativas de habernos alejado de la naturaleza. El resto de las especies animales aceptan con total naturalidad la muerte, y aprovechan sus vidas a pleno, dos cosas que deberíamos aprender los seres humanos.
El diccionario de la Real Academia Española nos indica que el término más adecuado para mencionar la máscara mortuoria es en realidad mascarilla funeraria, aunque no sea el más usado en el habla cotidiana.
Procedimiento de elaboración
Con respecto al procedimiento de elaboración de la máscara mortuoria, se puede obtener mediante una técnica conocida como vaciado, la cual se debe realizar en varias fases y es muy común en el ámbito de la escultura, tanto para partes individuales como para piezas completas, y puede hacerse con diversos materiales. En este caso, se usaba el yeso.
En pocas palabras, el vaciado se realiza mediante el uso de un molde en el cual se vierte una colada de un plástico líquido capaz de solidificarse, metal fundido o yeso. El molde se llena como consecuencia del material que se usa para rellenarlo. Después de haber aplicado esta técnica, se reproducía la copia del rostro empleando materiales fluidos como ser cera de abejas, cuyo punto de fusión es especialmente bajo, o bien se lo combinaba con resinas para conseguir los mejores resultados. No debemos olvidar que en este caso se deben efectuar dos procesos inversos: con la cara del difunto se fabrica el molde que finalmente se rellena para reproducir su forma original.