El adjetivo meditabundo proviene del vocablo latino meditabundus. El término se emplea para aludir a quien piensa, recapacita o medita de forma silenciosa.
TemasAlgunos ejemplos
Este término no es muy común en el habla cotidiana, donde se usan otros menos descriptivos o precisos. Por esta razón, veamos algunas oraciones de ejemplo para entender mejor su significado en contexto: “Mi nuevo vecino es un hombre callado y meditabundo que no parece dispuesto a entablar vínculos sociales con quienes vivimos en el edificio”, “El joven escuchó las palabras de su abogado y se quedó meditabundo, sin responder”, “Te noto meditabundo, ¿en qué estás pensando? ¿Qué te preocupa?”.
El individuo meditabundo se caracteriza por la introspección y la reflexión.
A lo largo de estas tres oraciones vemos situaciones diferentes, en las que el estado puede ser más o menos frecuente. En la primera, se habla de un hombre que suele ser meditabundo, que no se abre con facilidad al resto de los vecinos de su edificio, sino que se muestra como una persona callada. Esto no significa que su personalidad sea negativa, aunque desde fuera pueda ser interpretada como fría o distante, sino que en su naturaleza está la necesidad de pensar, de analizar las cosas durante más tiempo que el resto, y de priorizar este estado al de la conversación.
La segunda, en cambio, tiene como protagonista a un muchacho que no suele ser meditabundo, sino que entra en este estado luego de las declaraciones de su interlocutor. ¿Podrá ser que le dio malas noticias? Quizás le habló de una gran oportunidad, o de una situación que requiere reflexión y mente fría antes de tomar una decisión. Por ello, independientemente de la personalidad de cada uno, todos podemos alcanzar momentos de silencio y pensamiento profundo, para conectarnos con nosotros mismos y mantener una conversación interna antes de volver al mundo exterior.
En el último ejemplo, el emisor le pregunta a su interlocutor si le ocurre algo porque lo nota meditabundo. Una vez más, podemos entender que éste no suele estar callado y pensativo, sino que se trata de una situación excepcional. Con todo lo que hemos dicho líneas más arriba, queda claro que la única opción no es que le haya sucedido algo negativo, sino que simplemente puede estar atravesando un momento de introspección para contemplar una cuestión importante, que desea observar con calma antes de pasar a la acción.
Reflexión y cavilación
Una persona meditabunda suele dedicarse a reflexionar o a cavilar. Se dice que alguien es meditabundo cuando dicha actitud o tendencia es frecuente o se repite de manera recurrente. En cambio, un individuo puede estar meditabundo por una circunstancia particular, sin que esa sea su conducta habitual.
Tomemos el caso de un anciano que se caracteriza por ser ensimismado y poco conversador. Este hombre suele ser calificado como meditabundo: por lo general se mantiene en silencio, absortó en sus pensamientos. Nunca habla a la ligera ni toma decisiones antes de una extensa deliberación interna.
Desde fuera, la persona meditabunda parece estar desconectada del mundo exterior.
Un muchacho, por el contrario, puede sobresalir por su locuacidad y su impetuosidad. Sin embargo, una tarde queda sorprendido luego de mantener una charla con su padre, donde se entera de varias cuestiones familiares. Por eso, frente a esas revelaciones, en los siguientes días el joven se muestra meditabundo, como procesando la nueva información.
Ser o estar meditabundo, en definitiva, no es positivo ni negativo. Se trata de una condición o de un rasgo que puede formar parte de la personalidad o aflorar en determinados contextos. No es algo, por lo tanto, intrínsecamente bueno o malo. Sin embargo, en la sociedad siempre nos encontramos con un juicio a nuestros rasgos, tanto físicos como del carácter, y es posible recibir críticas por ser meditabundo, pero también por ser extrovertido.
