El vocablo latino melōidía llegó al latín tardío como melodĭa. Ese es el antecedente etimológico inmediato de melodía, término que en nuestra lengua tiene varios usos.
La primera acepción mencionada por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario refiere a la delicadeza y la dulzura de un sonido que produce un instrumento musical o de una voz. Por ejemplo: «Disfruto mucho la melodía del arpa«, «La voz de esta cantante tiene una melodía muy especial», «No me agradó la melodía de la locución».
La melodía en la música
En el terreno de la música, se llama melodía a una composición que desarrolla una idea más allá de su acompañamiento. De este modo se opone a la armonía, que combina sonidos distintos aunque acordes de manera simultánea.
También se denomina melodía al vínculo que existe entre el tiempo y el canto y a la elección de los sones con que se forman los periodos musicales en los diferentes géneros de composición. Puede afirmarse que la melodía supone una combinación de ritmo y alturas.
Mientras que un acorde presenta sonidos simultáneos (es «vertical»), la melodía se basa en eventos que se suceden en el tiempo (resulta «horizontal»). La percepción de la melodía, de todos modos, se da como una unidad más allá de los cambios que evidencia en su desarrollo.
Sucesión lineal de notas
Una melodía, en definitiva, es una sucesión lineal de notas que está estrechamente relacionada con el ritmo, cuenta con sonidos de diversas alturas y adquiere un rol protagónico en el marco de una pieza.
La melodía goza de un papel protagónico, por así decirlo, en el ámbito de la música porque es la parte de una composición que la mayoría de la gente puede recordar con más facilidad, por ejemplo, cuando sale del teatro. Los amantes de la música suelen salir de un espectáculo silbando o tarareando sus melodías favoritas, pero muy pocos pueden llevarse a sus casas la estructura de la armonía y el ritmo.
Melodía, armonía y silencios
Podemos decir que la armonía es una base apta para la ejecución de un cierto número de notas, de aquellas que resultan compatible con los acordes. Por ejemplo, si en un piano tocamos con la mano izquierda la tríada de Do mayor, es decir el acorde de tres notas, con la derecha podremos elaborar una melodía que use solamente las teclas blancas, ya que son las que representan los sonidos incluidos en dicha tonalidad.
Es importante señalar que en la melodía no sólo se incluyen los sonidos, sino también los silencios, que podemos interpretar como «pausas». Cuando esto se combina con las características del ritmo obtenemos resultados muy particulares, con notas que abarcan varios tiempos y dibujos que generan una sensación de movimiento, de quietud, de melancolía o de alegría, entre muchos otras posibilidades.
El concepto en la fonética
Para la fonética, por último, la melodía es la entonación: es decir, el movimiento melódico con el cual se concreta la pronunciación de un enunciado.
Prácticamente, podemos afirmar que en todos los idiomas los hablantes producen ciertas melodías características al expresarse de forma oral, aunque en algunos es mucho más evidente que en otros. Por ejemplo, el japonés tiene una acentuación muy diferente al castellano: mientras que nosotros hacemos énfasis en la sílaba acentuada y debilitamos el resto, los japoneses deben darle a cada sílaba la misma duración temporal y modificar la altura de la «acentuada», generando diversas melodías en cada palabra.
Cuando oímos hablar a una persona con un acento muy «fuerte» o «marcado» solemos decir que parece de tal o cual país por «su melodía» o «su canto». Desde nuestra perspectiva, esto sucede en ciertos acentos de Brasil, Italia y Francia, aunque también en todos los países de habla hispana, donde nos resultan más llamativas las variaciones tonales de las regiones ajenas a la nuestra.