Mesura es un término derivado del vocablo latino mensūra, que puede traducirse como «medida». El concepto hace alusión a la compostura o la reserva.
Cuando alguien actúa con mesura, lo hace de manera precavida o controlada. Por ejemplo: «Te sugiero hablar con mesura, de lo contrario el jefe se enojará contigo», «Comimos con mesura ya que al día siguiente debíamos abordar el barco», «El presidente no puede perder la mesura en ningún contexto».
Así como el presidente, otros roles de alto rango suponen un equilibrio en la forma en la que se muestran en público, y esto podemos denominarlo mesura. Se trata de un abanico de emociones y expresión que no incluye la vulgaridad ni la agresividad, sino que se mantiene en un espacio de limpieza lingüística y carácter templado, para dirigirse a la gente con claridad y calma, sin permitir que los problemas provoquen reacciones exageradas.
Mesura al beber alcohol
La mesura, en definitiva, se vincula a la moderación. Tomemos el caso de la bebida. Una persona que bebe tres litros de cerveza en una noche evidencia un consumo desmesurado de alcohol: las consecuencias de su comportamiento resultan peligrosas para ella e incluso para los demás. En cambio, aquel que solo ingiere un vaso de cerveza y luego decide no beber más demuestra su mesura.
Las bebidas alcohólicas son uno de los vicios más comunes, en parte por ser los más accesibles a nivel económico, más aún que el tabaco. A diferencia de éste, al menos pueden usarse para complementar la alimentación, y eso las vuelve más atractivas. Además, dado que si se consumen con moderación no generan ningún problema, en principio no existen más barreras que la edad para adquirirlas. Sin embargo, cuando se cruzan los límites y llega el descontrol, pueden convertirse en uno de los peores enemigos de nuestro organismo.
La mesura en relación con el alcohol nos protege de muchos problemas, tanto físicos como mentales. Las enfermedades que nos puede traer el abuso de esta sustancia afectan nuestros órganos, especialmente el hígado, pero también nuestra estabilidad emocional, ya que nos puede conducir por un callejón sin salida, por un camino oscuro del cual parece no haber retorno y donde no encontramos una mano que nos ayude a levantarnos.
El control de los gastos
Tener mesura en los gastos, en tanto, supone no gastar de más y así evitar desequilibrios en el presupuesto. La expresión refiere a no desembolsar más dinero del que se tiene.
En este punto, hablar de mesura es mucho menos objetivo que en el de las sustancias tóxicas: mientras que hacerle daño al organismo es innegablemente negativo, descuidar la propia economía no siempre tiene consecuencias graves y muchas personas prefieren vivir de esta manera para disfrutar cada día al máximo.
La mesura como templanza
También se asocia la mesura a la templanza y al comedimiento. Tomar decisiones por impulso o bajo el influjo de las emociones implica no ser mesurado; por el contrario, quien reflexiona antes de accionar logra comportarse con mesura.
Si un hombre es insultado en la calle y responde arrojándose sobre el otro sujeto para golpearlo en la cabeza, habrá reaccionado al ataque con una violencia mayor, agravando el conflicto. El individuo podría haber contestado con mesura, preguntando a qué se debían los insultos y pidiéndole a su interlocutor que no le faltase al respeto.
Claro que en un caso como éste no siempre es fácil mantener la calma e intentar llegar al fondo de la cuestión, porque somos seres vivos de sangre caliente, con emociones muchas veces a flor de piel que nos hacen arder de un segundo a otro. Lamentablemente, por la falta de mesura en una situación así podemos perder nuestra libertad y, junto con ella, todo lo que atesoramos.