
Las metodologías activas ayudan a desarrollar el pensamiento creativo.
Las metodologías activas son instrumentos, estrategias y recursos educativos que apuntan a promover la intervención de quien aprende en el proceso pedagógico. A través de distintas técnicas se busca fomentar la autonomía del estudiante, involucrándolo activamente en la dinámica de enseñanza y aprendizaje.
La interacción resulta clave en las metodologías activas. Debido a sus características, demandan compromiso y responsabilidad de parte del alumno, quien participa en la construcción del conocimiento.

Su historia
Las metodologías activas comenzaron a desarrollarse a fines del siglo XIX y se afianzaron durante el siglo XX. Distintos movimientos empezaron a pensar cómo superar el aprendizaje pasivo, basado principalmente en la memorización de la información.
Entre las figuras pioneras del aprendizaje activo se encuentran la italiana María Montessori (1870-1952), el suizo Jean Piaget (1896-1980) y el brasileño Paulo Freire (1921-1997). Cada uno desde su lugar reflexionó sobre cuestiones como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el razonamiento lógico para propiciar una educación transformadora.
La corriente conocida como Escuela Nueva tuvo un rol muy importante al proponer una educación centrada en el estudiante e impulsar el aprendizaje autónomo a partir de la experimentación y la observación. Su intención era dejar atrás el modelo tradicional centrado en la transmisión unilateral de conocimientos del educador al educando para adoptar un enfoque que facilitara un desarrollo integral de los alumnos.
Según esta perspectiva, los estudiantes tenían que apelar a la reflexión, la creatividad y la práctica para aprovechar sus capacidades e intervenir en la producción del saber. En ese contexto se contemplaba el rol del docente como guía y acompañante.

Las inteligencias múltiples pueden potenciarse mediante las metodologías activas.
Características de las metodologías activas
Las metodologías activas son planeamientos y herramientas cuyo objetivo es favorecer un aprendizaje significativo y efectivo.
Con este tipo de planificación didáctica y pedagogía participativa se promueve que los individuos desarrollen procesos cognitivos que les permitan vincular la nueva información que reciben con aquello que ya conocían, consiguiendo una comprensión profunda. La idea es que cada persona pueda realizar una contextualización del aprendizaje, relacionando los saberes con sus propias experiencias y con la realidad de su entorno para dotarlos de sentido.
Ese involucramiento genera una motivación intrínseca. Las metodologías activas llevan a una interacción entre el docente y el alumno, pero también entre los propios estudiantes (a través del trabajo en equipo y otras dinámicas grupales) e incluso entre el alumno y el material didáctico. Hay un empoderamiento del estudiante, que debe tomar decisiones para avanzar en el aprendizaje y sacar sus propias conclusiones.
Otra característica relevante de las metodologías activas es que conectan los contenidos educativos y los intereses de los estudiantes. Así se incentiva la participación activa y se refuerza el compromiso.
En los últimos años, asimismo, se incrementó el uso de tecnología educativa y recursos digitales para la aplicación de las técnicas y los métodos pedagógicos de esta clase. A través de la utilización de plataformas virtuales y diversas herramientas colaborativas se multiplican las posibilidades de aprendizaje.

Las actividades prácticas son centrales en las estrategias pedagógicas vinculadas a las metodologías activas.
Distintos tipos
Es habitual que las metodologías activas se clasifiquen de acuerdo a su enfoque o sus bases. El aprendizaje cooperativo, por mencionar un caso, se basa en la división del alumnado en grupos para que trabajen de manera coordinada en la resolución de las tareas con la dirección del docente. El aprendizaje colaborativo, por su parte, apunta a que los estudiantes se organicen de manera espontánea, sin roles asignados. Un ejemplo de este método colaborativo es el denominado aprendizaje entre pares, que impulsa la retroalimentación y el intercambio de ideas.
El aprendizaje basado en retos educativos presenta una problemática real relacionada con lo cotidiano o el entorno del estudiante para que éste desarrolle una propuesta concreta de resolución. El aprendizaje basado en problemas (ABP) es similar, aunque el desafío a resolver es menos complejo.
El aprendizaje por descubrimiento, en tanto, demanda al alumno que realice aportes para moldear y completar el contenido pedagógico. Otro tipo de metodología activa es el aprendizaje servicio (ApS) que incluye actividades comunitarias y acciones sociales.
El aprendizaje basado en proyectos (ABP), por otro lado, se basa en un plan con una meta que los estudiantes tienen que alcanzar mediante un trabajo de investigación y la aplicación práctica de los conceptos.
También podemos nombrar al aprendizaje invertido (flipped classroom), que lleva el proceso educativo más allá de la escuela y luego en clase se resuelven dudas y se complementa con otros ejercicios o tareas; la gamificación o ludificación, en torno a juegos educativos; y el aprendizaje experiencial, que apuesta por la experimentación directa seguida por la reflexión.
Ventajas de las metodologías activas
Como ya mencionamos a lo largo de este artículo, las metodologías activas promueven un mayor compromiso del estudiante, quien se encuentra más motivado y tiende a lograr una comprensión profunda de los contenidos. Así puede conseguir un aprendizaje significativo y desarrollar habilidades muy importantes como el pensamiento crítico, la creatividad y la comunicación.
Con este panorama, suelen enumerarse una serie de ventajas de las metodologías activas frente a la educación «tradicional». Por un lado, mejora el rendimiento de los estudiantes a nivel académico. Además reduce la tasa de deserción escolar ya que los jóvenes se encuentran más comprometidos y disfrutan un mayor bienestar a lo largo del proceso educativo.
Las metodologías activas también ayudan al desarrollo de ambientes dinámicos e interactivos. Dichos entornos optimizan la preparación de cara al futuro debido a que permiten desarrollar una flexibilidad y una adaptabilidad que son esenciales en el mercado laboral.