El término minúsculo procede del vocablo latino minuscŭlus. La noción hace referencia a aquello que es muy pequeño o que tiene poca importancia.
Por ejemplo: «Mi marido detectó un rayón minúsculo en una puerta delantera del auto y enloqueció ya que le gusta que el vehículo esté impecable», «La intervención quirúrgica me dejó una marca minúscula sobre el ombligo», «No puedes preocuparte tanto por un inconveniente minúsculo».
Lo minúsculo, por lo tanto, es algo de tamaño reducido, ya sea físico o simbólico. Los microbios, por citar un caso, son seres vivos minúsculos: solo pueden observarse a través de un microscopio. Al ser tan chicos, resulta imposible detectarlos a simple vista.
En el caso del primer ejemplo, estamos ante un uso relativamente ambiguo del término, ya que el hombre encuentra un rayón minúsculo pero a pesar de ello se enfurece. Esto nos lleva a pensar que la magnitud del mismo no es importante, porque su deseo es ver su coche en perfecto estado.
Dicho esto, ¿qué nos aporta, por lo tanto, el uso de esta palabra en un contexto donde el tamaño no afecta los hechos? Por un lado, puede servir para enfatizar la obsesión del hombre con el estado de su vehículo, pero también para que el emisor exprese su falta de comprensión ante la reacción de su marido, a modo de queja por su actitud.
Con respecto al segundo ejemplo, la persona expresa que luego de la operación simplemente le ha quedado una marca minúscula, probablemente en un tono de satisfacción por no tener una gran cicatriz. También podría decir lo mismo sin usar un adjetivo, sino varias palabras que denoten su escaso tamaño o su irrelevancia: «La cicatriz es casi imperceptible», «La marca es tan pequeña que sólo se nota si la miras fijamente».
Un pueblo que tiene una superficie de veinte hectáreas y cuenta con doce habitantes, por otra parte, puede ser calificado como minúsculo. El concepto se vincula a su extensión geográfica acotada y a la cantidad reducida de gente que vive en él.
Veamos cómo pueden calificarse los problemas según su magnitud. Una enfermedad, la pérdida de un familiar o quedarse sin empleo son trastornos graves; en cambio, despeinarse por culpa del viento o perder una golosina son inconvenientes minúsculos. La lógica indica que es absurdo preocuparse o angustiarse por dificultades menores.
Una letra minúscula, en tanto, tiene una forma diferente que la mayúscula, siendo menor que ésta. La minúscula es la letra de uso corriente y habitual en la escritura; la mayúscula, por el contrario, se emplea solamente en casos específicos (como al inicio de cada oración o al comienzo de los sustantivos propios).
Por lo tanto, las reglas de nuestro idioma nos obligan a comenzar las oraciones y los nombres propios con una letra mayúscula; sin embargo, por razones estilísticas podemos pasarlas por alto. Un claro ejemplo se encuentra en los nombres de diversas marcas, como ser yahoo! y eBay, que debemos escribir con minúscula inicial.
Los sinónimos de minúsculo son muchos, en especial porque podemos crear o modificar palabras para expresar esta idea si estamos hablando con personas de confianza. El tamaño de las cosas es una de las primeras propiedades que apreciamos en la infancia; los adultos suelen usar palabras inventadas o simplificar las existentes para hablar con los bebés, y entonces surge un sinfín de variaciones para conceptos como «grande», «pequeño», «caliente», «frío», etcétera.
Formalmente, los diccionarios nos ofrecen los siguientes sinónimos: mínimo, diminuto, ínfimo, pequeño e insignificante. Pero bien podemos decir chiquitín, pequeñísimo, liliputiense e invisible, entre muchas otras opciones. Con respecto a los antónimos, tenemos grande, gigante y mayúsculo.