El término mobbing pertenece a la lengua inglesa y refiere a acosar, hostigar o perseguir. En nuestro idioma, el concepto se emplea para aludir específicamente al acoso laboral.
El mobbing, por lo tanto, se produce cuando una o más personas asedian a un trabajador en el lugar donde cumple con sus obligaciones laborales o incluso fuera de él. La violencia psicológica se ejerce de manera sistemática a través de diferentes acciones que pueden provocar desde incomodidad hasta miedo o depresión.
El acoso puede producirse en sentido descendente (del jefe a un empleado), de manera horizontal (entre compañeros) o de forma ascendente (de un subalterno a su superior jerárquico). En las situaciones más graves, el mobbing puede incluir ataques físicos.
La finalidad del mobbing es que la víctima deje su puesto de trabajo. El acosador, que suele sentir que el acosado perjudica sus intereses, recurre a la intimidación y al hostigamiento para cumplir con su objetivo.
No hay que confundir el mobbing con otras problemáticas laborales. Un trabajador puede estar estresado o incluso sufrir el llamado síndrome del quemado (burnout) por cuestiones inherentes a su actividad, sin que haya otro individuo molestándolo adrede.
Entre las prácticas más habituales del mobbing, aparecen la asignación desmedida de tareas, el establecimiento de metas inalcanzables, los ataques verbales en público y la quita de responsabilidades como mecanismo de minimización. La intención es que el empleado no se sienta cómodo ni conforme en ningún momento.
Cuando un empleador le asigna una cantidad excesiva de tareas a un empleado con el objetivo de practicar el mobbing, no suele detenerse ante su reacción, por negativa que sea. Debemos entender que alguien capaz de torturar a otro no está en contacto directo con sus sentimientos ni muestra empatía ante el sufrimiento ajeno. Este rasgo misantrópico lo lleva a enfocarse únicamente en la obtención de beneficios, sin importar las consecuencias.
Dependiendo del caso, el aumento de tareas puede ser progresivo o repentino. Claro que si es repentino puede despertar sospechas en los demás empleados acerca del mobbing, y solamente por esta razón o por otra que pueda perjudicar al empleador o interponerse en sus planes es posible que lo haga poco a poco. El proceso suele consistir en probar su resistencia hasta que se rompa, para que sea él quien comience el conflicto de forma pública, ya sea a través de una queja o presentando su renuncia.
Las consecuencias del mobbing dependen de cada caso. La víctima puede sufrir problemas de autoestima, angustia y ataques de ansiedad; somatizar el conflicto con cefaleas y trastornos intestinales; o incluso contraer enfermedades mentales.
Veamos algunas de las consecuencias en mayor profundidad, comenzando por las que tienen lugar a nivel psicológico:
* la confianza en uno mismo disminuye, en especial en lo que hace a las propias capacidades profesionales;
* surge un sentimiento de culpa, muchas veces alimentado por el entorno, como si el problema hubiera comenzado por acción del empleado;
* aparecen trastornos del sueño, cansancio extremo, problemas en las relaciones personales, depresión y cambios de personalidad.
Ante estos y otros problemas, es común que el empleado pida la baja laboral con la intención de reposar y retomar su actividad en mejores condiciones. Sin embargo, el empleador suele aprovechar esto en su contra; por ejemplo, reprochándole su falta de compromiso con la empresa o su bajo rendimiento.
En el plano personal, dada la inmensa frustración del empleado ante el mobbing no es raro que se vuelva agresivo contra sus amigos y familiares. Sobra decir que esto acarrea peleas y separaciones que empeoran aún más su situación. Si se destruye su vida privada, el acosador tiene el éxito casi asegurado, ya que su víctima no puede apoyarse en nadie y entonces termina cayendo tarde o temprano.
