El monofisismo es una doctrina religiosa que se basa en el rechazo de la doble naturaleza de Jesucristo. Los monofisistas, por lo tanto, no creen que Jesús tenga una condición divina y, a su vez, una condición humana: solo le atribuyen el carácter divino.
De acuerdo al dogma católico, en Cristo conviven la naturaleza divina y la naturaleza humana sin separaciones ni confusiones. Para el monofisismo, en cambio, la faceta humana se encuentra absorbida por la divina, que es la única que prevalece.
El monofisismo surgió en Oriente, en el siglo IV y motivó tanto disputas teológicas como políticas. Actualmente la Iglesia copta, la Iglesia apostólica armenia y la Iglesia ortodoxa india, entre otros grupos, siguen la doctrina monofisista. Para el catolicismo, sin embargo, el monofisismo es una herejía.
Una de las causas del origen del monofisismo fue el Segundo Concilio Ecuménico, o más bien la postura ortodoxa que se fijó en él. El mismo se celebró en el año 381 en Constantinopla, entre los meses de mayo y julio. Lo aceptan las siguientes Iglesias: católica, ortodoxa, copta, luterana y anglicana.
En este concilio no estuvieron presentes los exponentes de la Iglesia occidental. Su carácter ecuménico se confirmó recién en 451 a través del Concilio de Calcedonia, aunque debió pasar incluso otro siglo hasta que el papa Gregorio Magno lo incluyese de forma definitiva entre los reconocidos por el catolicismo, si bien solamente sus primeros cuatro cánones.
El Segundo Concilio Ecuménico sostuvo la idea de que el Padre y el Hijo tenían la misma esencia, y de esta manera condenó el arrianismo, la creencia cristiana según la cual Dios Padre creó a Jesucristo, de manera que éste se encuentra subordinado al primero. Cabe señalar que el arrianismo no es trinitario, o sea que rechaza la idea de que en Dios coexisten tres entidades: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Un monje de Constantinopla llamado Eutiques o Eutiquio es señalado como el padre del monofisismo, también conocido como eutiquianismo. Eutiquio se opuso a Nestorio, quien defendía la doble naturaleza de Jesucristo. Según la postura de Eutiquio, la naturaleza humana de Jesucristo resultó absorbida por la divina tras la encarnación, resultando una única naturaleza.
El enfrentamiento entre Eutiquio y Nestorio quedó plasmado tras el concilio de 431. La falta de acuerdo entre ambas posturas motivó otro concilio en 449 que se caracterizó por las rencillas políticas. Un tercer concilio en 451 finalmente condenó la doctrina de Eutiquio y los monofisistas provocaron un cisma, lo cual generó la irrupción de varias corrientes religiosas. Así el monofisismo llegó hasta nuestros días, manteniéndose al margen de la Iglesia católica apostólica romana y de otros grupos cristianos.
Cirilo de Alejandría fue uno de los que se relacionó con esta postura, en su caso representando a la escuela filosófica de su sede patriarcal, la cual afirma la existencia de dos naturalezas en Jesucristo, que no están separadas. Como se menciona más arriba, la disputa del monofisismo excede los límites de la religión, ya que también alcanza la política, en parte porque la sustentaban los Patriarcados de Constantinopla y Alejandría. Por esto el papa Celestino I se vio obligado a convocar un sínodo para condenar las ideas de Nestorio y aprobar las de Cirilo, en el año 430 en Roma.
Nestorio logró convencer al emperador Teodosio II de que convocase un concilio para dar por terminada la disputa entre quienes lo apoyaban y quienese se oponían a sus ideas, es decir, los nestorianos y los cirilistas. Fue así que al año siguiente celebraron el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso, aunque las cosas no salieron como esperaba Nestorio, ya que Cirilo aprovechó que éste no se había presentado para que aprobaran un decreto que condenaba sus tesis.
