La nacionalidad es la condición particular de los habitantes de una nación. El concepto incluye nociones vinculadas a factores sociales, espaciales, culturales y políticos. La nacionalidad puede analizarse desde un punto de vista sociológico, pero también a partir de un orden jurídico-político.
La nación gitana, por ejemplo, no está asentada en un Estado propio; del mismo modo, no existe una constitución que reconozca a los habitantes de un territorio como gitanos. La pertenencia al grupo, por lo tanto, está dada por los orígenes y las tradiciones de las personas.
Nacionalidad y normativas
Otras nacionalidades, en cambio, están estrechamente vinculadas a la autoridad estatal, como ocurre con la argentina, la española o la chilena, por ejemplo, que deben documentarse mediante un certificado que emite el Estado a aquellos que cumplen con una serie de requisitos determinados; en estos casos, también existen diversas obligaciones y derechos asociados a la nacionalidad, que tienen un carácter legal.
Las características de este tipo de nacionalidad se encuentran directamente ligadas a las normativas vigentes. Por otro lado, resulta interesante señalar que algunos países permiten que los hijos o nietos de sus habitantes nacionales hereden su ciudadanía; esto también se aplica a aquéllos que hayan nacido en otro país, hayan o no pisado la tierra de sus ancestros.
La nacionalidad, por lo tanto, puede estar determinada por el espacio geográfico, la legislación o las autoridades estatales. El carácter dinámico del concepto hace que algunas personas tengan más de una nacionalidad.
Derechos y obligaciones
Por lo general, los Estados autorizan el ejercicio de una única nacionalidad activa; esto quiere decir que la persona, pese a contar con dos nacionalidades, sólo tiene derechos y obligaciones con una de éstas a la vez.
Con respecto a la nacionalidad vinculada a un Estado en particular, cuando una persona extranjera (o que no pertenece a dicha nación) ingresa en el país, su relación con el Estado se regula mediante una serie de leyes, y nunca logra ser tan estrecha como la de un nativo.
Al respecto de este lazo, para el Derecho privado, la nacionalidad es uno de los estados civiles de un ciudadano, y esto le genera derechos (a la educación, a recibir ayudas por parte de su gobierno) y obligaciones (a prestar servicio militar, a realizar la declaración de impuestos correspondiente a su situación fiscal). Por otro lado, existe un vínculo de tipo político entre un ciudadano y el Estado, lo cual le da el derecho a participar de las elecciones o, del mismo modo, a postularse para ocupar un cargo público.
Nacionalidad originaria o derivativa
Se conoce como nacionalidad originaria a aquélla que se adquiere al nacer; cada sistema jurídico combina dos aspectos para determinarla:
* el ius sanguinis: el derecho sanguíneo. La estirpe a la cual pertenece cada individuo, siguiendo el critierio que establece que una persona hereda la nacionalidad de su madre o de su padre;
* el ius soli: el derecho de suelo. Se trata de asignar a una persona la nacionalidad que corresponde al territorio en el cual nació.
Por otro lado, existe la denominada nacionalidad derivativa, que surge de una modificación en la originaria. Un individuo puede obtener una nacionalidad en particular a través de tres caminos diferentes:
* si se la concede un Estado al cual se traslada;
* residiendo durante un plazo determinado (variable en cada caso) en un país y respetando sus leyes;
* por propia decisión.
La nacionalidad derivativa puede perderse en casos muy graves, regulados por la legislatura de cada país; por ejemplo, al unirse al ejército de un país enemigo del propio. Cabe aclarar que algunas acciones también son meritorias de pérdida de nacionalidad para los individuos originarios de un Estado.
Para quien pierde su nacionalidad originaria por razones de fuerza mayor, como ser la emigración durante la niñez, existen asimismo formas de recuperarla, que acarrean una serie de requisitos, particulares de cada país.