Necesidades educativas especiales es un concepto que ha surgido dentro del ámbito académico a partir de hacerse imperioso un abordaje particular para la identificación y comprensión de realidades que llevan a brindar una atención exclusiva y un acompañamiento específico a determinados alumnos.
Por presentar alguna clase de discapacidad, un cierto trastorno o al atravesar determinadas situaciones que se traducen en serias dificultades para instruirse, sea de forma temporal o permanente hay individuos de distintas edades que necesitan un apoyo y una educación especial adaptada a fin de permitirles superar todo tipo de barreras para el aprendizaje.
Conviene saber que existen al respecto marcos legales, estrategias de intervención, métodos de enseñanza orientados a la integración escolar y formación profesional en constante evolución para consolidar y fortalecer la educación inclusiva a escala internacional. Es imprescindible que todos los integrantes de una comunidad conozcan de qué se tratan las necesidades educativas especiales y sepan de qué manera actuar (y eventualmente reclamar) para garantizar derechos y lograr, dentro de lo posible, una auténtica inclusión social en materia de escolarización.
Tipos de necesidades educativas especiales
Hay dos grandes tipos de necesidades educativas especiales (NEE), según se desprende de la realidad.
Uno de ellos es el conjunto de las necesidades educativas especiales de carácter transitorio. Aquí aparecen casos de intervención circunstancial a raíz de dificultades que se presentan en un período puntual de la trayectoria escolar. El sistema educativo, pues, debe responder con una adaptación acorde a los intereses, ritmos de aprendizaje, las capacidades y al diagnóstico del alumno o de la alumna a contener, estimular y potenciar.
Hay, asimismo, necesidades educativas especiales permanentes. Las herramientas y las tácticas a desplegar, en esas circunstancias, son incesantes y no debieran interrumpirse.
Claro que, para poder brindar soluciones efectivas en el entorno educativo es clave identificar en primer lugar, mediante un análisis personalizado, si las necesidades educativas especiales responder a cuestiones sensoriales, psíquicas, físicas o cognitivas. Se requieren diagnósticos de profesionales idóneos y un compromiso multidisciplinario para adoptar y poner en marcha los recursos más convenientes en pos de detectar de manera temprana una necesidad educativa especial y actuar en consecuencia.
Vale la pena considerar, a modo orientativo, que las necesidades educativas especiales suelen estar vinculadas a diagnósticos de trastorno del espectro autista (TEA), trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), algunas enfermedades raras o a una discapacidad (sensorial, física o intelectual).
Aspectos generales
Las necesidades educativas especiales se reconocen al observar, de manera personalizada, a cada alumno/a. Si hay lentitud en el proceso de aprendizaje, una discrepancia entre etapa evolutiva y nivel académico o signos concretos que reflejan un estancamiento o una complicación en la adquisición de saberes o en el desempeño en el aula hay que buscar opciones y soluciones. En este contexto, la comunicación y el contacto permanente y directo entre familias, equipo docente y profesionales de la salud es fundamental.
Así se irá considerando y experimentando lo mejor para cada estudiante. Modificar los instrumentos de evaluación, las adaptaciones curriculares (que pueden ser significativas o no significativas), un programa o plan de educación individualizado (PEI), la habilitación de espacios físicos adaptados o de aulas específicas, la incorporación de materiales didácticos adaptados o un maestro de apoyo… Las posibilidades son varias y útiles para que una escuela sea inclusiva y asegure la accesibilidad a fin de favorecer la igualdad de oportunidades.
Ejemplos de necesidades educativas especiales
En el día a día surgen distintos ejemplos de necesidades educativas especiales. Como no todos los casos son idénticos, es interesante centrar la atención en diferentes modos de actuar y de abordar cada desafío que se presenta para que sirvan como precedente, motivación e inspiración de aquí en adelante en cualquier rincón del planeta.
Cuando un niño con síndrome de down es escolarizado, por detallar una situación común, es esencial apelar a la estrategia del refuerzo positivo. Pueden requerir acompañamiento en el aula de un asistente terapéutico, soportes o ayudas visuales y adaptaciones curriculares que faciliten el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Atendiendo las necesidades educativas especiales que presentan los chicos con parálisis cerebral, asimismo, también se consigue inclusión social a través de la escuela. Es estimulante que sus compañeros los integren en momentos cotidianos y que colaboren con ellos al igual que el equipo docente. Cuando se presentan problemas de aprendizaje (quizás por dificultades visuales, problemas auditivos, etc) se requiere un plan educativo adaptado a sus requerimientos y posibilidades. Aprovechar las bondades de la tecnología, ofrecer un mobiliario en el salón de clases que resulte cómodo y apropiado y que los educadores conozcan las necesidades individuales para actuar en consecuencia es indispensable.
Poner el sistema braille a disposición de alumnos con discapacidad visual, adoptar medidas para que ellos y el resto de sus compañeros logren un óptimo desarrollo de la autonomía, el fomento del juego simbólico y la realización de toda actividad de carácter inclusivo son otras acciones que promueven la igualdad, la integración, el respeto y la unión tanto dentro como fuera de una entidad educativa.