A la unidad funcional del riñón se la denomina nefrón o nefrona. Se trata de una estructura compleja formada elementos como el asa de Henle, el túbulo contorneado distal, el tubo contorneado proximal y el glomérulo renal.
Cada riñón cuenta con más de un millón de nefrones, encargados de filtrar la sangre para reabsorber las sustancias útiles y expulsar las demás a través de la orina. Los nefrones son tubos con paredes activas a nivel metabólico, que se vinculan a una gran cantidad de vasos sanguíneos.
Es importante destacar que los nefrones cumplen con un rol relevante en la homeostasis, que es la propiedad orgánica encargada de garantizar la estabilidad interna a través de intercambios de energía y materia con el exterior.
Diversos organismos tienen una propiedad denominada homeostasis, que les permite mantener un cierto nivel de estabilidad en su interior. Para ello compensan los cambios que tienen lugar a su alrededor intercambiando materia y energía de forma regulada. En otras palabras, se trata de un equilibrio dinámico que se debe a una serie de sistemas de control que conforman los mecanismos de autorregulación. El balance de alcalinidad y acidez (pH) y la regulación de la temperatura son dos ejemplos comunes de esta propiedad.
A través de las arteriolas aferentes, el plasma de la sangre llega a la cápsula de Bowman, donde se hallan los glomérulos. Luego el fluido filtrado arriba al tubo contorneado proximal para que se lleve a cabo otra filtración y se reabsorba parte del agua, la glucosa, el sodio y los aminoácidos. El proceso sigue en el conducto colector, el asa de Henle y el tubo contorneado distal, continuando las sucesivas filtraciones y los intercambios de sustancias.
A continuación veremos cada una de las partes del nefrón en detalle. El primero de ellos es el corpúsculo renal, el cual realiza la primera filtración en el riñón y tiene dos estructuras, mencionadas anteriormente: el glomérulo, una serie de tubos capilares muy pequeños; una cápsula de Bowman, que se asemeja a un saco, dentro del cual se encuentra el glomérulo.
Por otro lado se encuentra el túbulo contorneado proximal, cuyas medidas aproximadas son 15 milímetros de extensión y 55 nanómetros de diámetro. Tiene paredes formadas por una única capa de células de forma cúbica en cuyo lado luminal hay microvellosidades llamadas «borde en cepillo» que colaboran con la reabsorción, la función más importante del túbulo, el cual absorbe una porción de los nutrientes para que el resto pase al asa de Henle.
El asa de Henle, precisamente, es un tubo cuya forma se asemeja a la de la «U». Su nombre hace referencia a Friedrich Gustav Jakob Henle, el científico alemán que la descrubrió. Esta parte del nefrón conecta el túbulo contorneado proximal con el distal. Dependiendo de su longitud, es posible hablar de nefrón cortical o nefrón yuxtamedular, según sea corta o larga.
Por último, tenemos el túbulo contorneado distal, un conducto del nefrón que se caracteriza por su impermeabilidad al agua, aunque sí es permeable a ciertos iones. Permite que se filtre una determinada cantidad de cloruro de sodio.
Para el tratamiento de diversos trastornos y enfermedades, se suministran fármacos que actúan sobre los nefrones. Los diuréticos, por ejemplo, se encargan de inhibir la capacidad de retención de agua, generando como consecuencia un incremento de la cantidad de orina que se produce. Los edemas y la tensión arterial alta son algunos de los inconvenientes que se tratan incidiendo sobre el funcionamiento de los nefrones.
Esto se debe a que los nefrones son muy importantes en la regulación de los líquidos del cuerpo, y por esta razón tienen una gran relevancia clínica.