La idea de nexo se emplea en el campo de la gramática para aludir al elemento que relaciona palabras, sintagmas y oraciones gracias a su función sintáctica. Según sus características, es posible diferenciar entre nexos disyuntivos, nexos adversativos, nexos condicionales, nexos consecutivos, nexos explicativos, nexos subordinantes y nexos temporales, entre otros.
En esta ocasión nos vamos a centrar en los nexos copulativos, también conocidos como conjunciones copulativas. Estos nexos permiten unir componentes homogéneos en la misma oración.
Los nexos copulativos sirven para crear una lista de términos. Su inclusión posibilita la adición de elementos que adquieren un significado conjunto.
Por ejemplo: “Esteban y Bruno confirmaron su asistencia a la fiesta”. Como se advierte, el nexo copulativo “y” sirve para mencionar que dos personas (“Esteban” y “Bruno”) ratificaron que acudirán a un determinado evento.
Para no producir una cacofonía, el nexo copulativo “y” se convierte en “e” si el segundo término comienza con la letra I (o con una H seguida de I): “Sociólogos e historiadores se reunieron para debatir sobre los nuevos hábitos propiciados por los cambios tecnológicos”, “Madre e hija decidieron realizar un viaje juntas”, “Pablo e Ismael fueron al teatro”.
Es importante mencionar que la adición propiciada por un nexo copulativo puede ser negativa. En la oración “Mi sobrino no trabaja ni estudia”, el nexo copulativo “ni” vincula dos acciones que un individuo no realiza: en este caso en particular, «trabajar» y «estudiar». El significado de la expresión equivale a “Mi sobrino no trabaja y no estudia” (aquí el nexo copulativo que se emplea es “y”).
Si bien el sentido de la oración anterior es negativo desde un punto de vista estrictamente técnico, ya que niega la realización de dos acciones, la percepción que tengan de su significado el emisor y el interlocutor puede ser tanto positiva, como neutral o negativa, según el contexto. Este ejemplo en particular habla de una realidad que la sociedad suele mirar con mal ojo, ya que se cree que una persona que no estudia ni trabaja es haragana, que no hace nada de su vida; sin embargo, hay quienes piensan de otra manera y podrían decir la misma oración sintiéndose orgullosos.
De hecho, quizás bastaría con agregar un poco más de información; si luego de la oración anterior dijésemos «sin embargo, dedica todo el día a su proyecto personal, el cual pretende convertir en su fuente de ingresos económicos en el futuro», claramente no hablaríamos de una persona falta de voluntad o de determinación en la vida, sino de todo lo contrario.
El nexo copulativo es uno de los más usados en el habla cotidiana, ya que solemos enumerar sucesos y objetos con mucha frecuencia. Sin embargo, quizás por esta misma razón es bastante traicionero si lo usamos en exceso. Esto ocurre en especial con el nexo y, del cual muchas veces abusamos cuando queremos relatar varios hechos entrelazados.
En la siguiente oración veremos un uso excesivo de este nexo copulativo, que ensucia la comunicación y dificulta la comprensión para el receptor: «Ayer al final nos encontramos en el centro comercial y fuimos a comer, y después paseamos un rato y charlamos de todo lo que te conté, y cuando llegué a casa me di cuenta de que me había dejado el teléfono en su coche, y entonces le escribí un mensaje de correo electrónico y me dijo que quedáramos esta tarde».
Una solución muy sencilla para este problema es partir el mensaje en varias oraciones, ubicándolas todas en el mismo párrafo para que el receptor entienda que tratan del mismo tema. No debemos subestimar la naturaleza contextual de nuestro idioma, ni tampoco ignorar la multitud de expresiones que nos ofrece para hilar proposiciones y oraciones sin caer en la redundancia.