Normalidad es la cualidad o condición de normal (que se ajusta a las normas o que se halla en su estado natural). En un sentido general, la normalidad hace referencia a aquel o aquello que se ajusta a valores medios.
Por ejemplo: “El equipo necesita un jugador que escape de la normalidad y que pueda resolver partidos por sí solo”, “Es esperable que un adolescente intente romper con la normalidad, que lo oprime, y que busque su propio camino”, “Estoy cansado de esta situación: quiero volver a la normalidad cuanto antes”, “La empresa pagó los sueldos adeudados y la situación laboral retornó a la normalidad”.
Normalidad en el comportamiento
La normalidad de un comportamiento está vinculada a la conducta de un sujeto que no muestra diferencias significativas respecto a la conducta del resto de su comunidad. Que los hombres usen falda puede formar parte de la normalidad de ciertas regiones de Escocia, pero resulta anormal en muchas otras sociedades.
No hay que olvidar, de todas formas, que la normalidad tiene una gran carga de subjetividad y está vinculada a la condición social, la edad y otras cuestiones. Para un adolescente, estar toda la noche sin dormir puede resultar normal durante los fines de semana, mientras que una persona mayor que tenga la misma conducta genera extrañeza.
Expectativas y generalización
El concepto de normalidad engloba la serie de expectativas que cada sociedad tiene de su gente. Se trata de una generalización y, como tal, carece de precisión cuando se lleva a la práctica. Por mucho que una persona se esfuerce en parecerse a otra, en cumplir con sus mandatos, nunca podrá modificar sus sentimientos y sus necesidades voluntariamente. La normalidad hace caso omiso a aquellos detalles que nos hacen individuos y por lo tanto no habla de nosotros, sino por nosotros.
Resulta tan absurdo afirmar que las mujeres se sienten naturalmente atraídas por la moda y las historias de amor como decir lo contrario; cada mujer de un determinado grupo social crece en un entorno particular, vive experiencias únicas, interpreta el trato de sus mayores hacia ella de una manera sin igual, y todos estas facetas de su vida, junto con otras muchas, se combinan para hacer de ella un ser individual, por mucho que se parezca al resto de las mujeres.
Los rasgos de la personalidad son muy complejos, y bastan pequeñas diferencias entre dos personas para entender que se trata de dos seres bien definidos. Compartir el gusto por un género literario con alguien no es suficiente evidencia para asumir que existe compatibilidad entre los dos, ya que cada uno puede buscar un objetivo muy diferente a través de la lectura de un mismo libro, aprovechar aspectos diversos de su contenido, sentirse identificado con personajes opuestos.
El problema de la normalidad
El gran problema de la normalidad no es que alguien haya advertido un parecido entre un gran grupo de personas y le haya adjudicado un nombre, sino que haya decidido considerar equivocados a quienes no pertenezcan a dicho conjunto. El desprecio por los individuos anormales no consiste en no darles acceso a un club de élite; existe un profundo resentimiento que conduce a abusos de todo tipo, que siembra el terror en aquellos que se atreven a mostrar sus diferencias y que amenaza su integridad física y mental.
Si se examinara la personalidad de todos los seres humanos de una región con un microscopio, si se los sometiera uno a uno a todas las situaciones posibles de la vida para evaluar sus reacciones, si todos fueran sinceros con ellos mismos y con los demás, entonces no sería posible establecer los límites de la normalidad.
Unidad de medición
La normalidad también es una unidad que permite medir la concentración de un soluto en un solvente.
Se expresa con la letra N y puede ser definida como el número de equivalentes de soluto por cada litro de solución. La normalidad depende de la reacción en la que participe la solución.