El olvido es la cesación de la memoria que se tenía. Se trata de una acción involuntaria que supone dejar de conservar en la mente información que ya había sido adquirida.
Por lo general, el olvido suele estar asociado con la falta de atención o de concentración, y la gravedad de sus consecuencias es muy variable: no es lo mismo pasar por alto una cita personal que olvidar cerrar la puerta de un edificio con llave durante la noche. En este sentido, se utiliza el concepto de aprendizaje interferente para definir la adquisición de información que se almacena en el lugar de un recuerdo que aún no se haya consolidado en la memoria.
Es importante notar que una vez que la información es interpretada por nuestro cerebro, no desaparece; olvidar no es perder para siempre un recuerdo, sino que éste se traslade al plano inconsciente, que ya no sea accesible voluntariamente o con la misma facilidad que al principio.
La sensación de olvido
Muchas veces, los seres humanos sentimos que estamos olvidándonos de algo, pero no podemos especificar de qué se trata; para algunas personas, esta sensación es recurrente, y si no se hace algo al respecto, se convierte en una molestia, en una traba a la hora de comprometerse con el mundo exterior.
Esto se aprecia muy claramente en individuos que no pueden salir de sus casas sin revisar varias veces sus bolsos, creyendo que se están dejando algo importante, y es una situación que no debería tomarse como una mera anécdota, ya que constituye una auténtica pesadilla para quien la protagoniza a diario.
Entre las distintas causas que pueden incentivar el olvido, aparecen los golpes en la cabeza (que pueden causar amnesia), la alteración del aparato psíquico (por una enfermedad como la esquizofrenia) y los problemas fisiológicos (como un mal desarrollo del sistema nervioso).
Bloqueo de la mente
La mente también puede bloquear ciertos recuerdos que son dolorosos para el sujeto. De esta manera, pareciera que la persona ha olvidado algo (como un accidente infantil), aunque en realidad, lo único que ha hecho su cerebro es dejar dicho recuerdo en un plano no accesible de modo consciente.
Sin embargo, no todos tienen la fortuna de olvidar espontáneamente aquellos sucesos que han marcado su vida de una forma negativa. Hay quienes dicen que el recuerdo es la base de la sabiduría, que nos vuelve más fuertes porque nos permite aprender de nuestro pasado para no cometer los mismos errores dos veces; pero los malos recuerdos no siempre están relacionados con equivocaciones de la adultez, sino que muchas veces relatan historias de abuso infantil, que nadie en su sano juicio querría visualizar una y otra vez.
Al respecto, existen tratamientos experimentales que buscan renovar recuerdos no deseados, que es hasta el momento lo más cerca que la ciencia ha llegado de borrarlos definitivamente. Para conseguirlo, se necesita en primer lugar evocar ese momento del pasado que nos hace daño, para trabajar sobre el mismo una vez que se encuentre vivo en nuestra memoria. Cabe señalar que Canadá es uno de los países pioneros en esta rama de la investigación médica, que interesa a muchas personas que viven atormentadas por sus historias.
El olvido como abandono
El olvido también puede ser la cesación del afecto o del lazo que se tenía por algo o alguien: «Decidió dejar a su familia en el olvido y se marchó a otro país en busca de nuevas oportunidades».
En este caso, se dota al término de un sentido más poético, más abstracto, convirtiéndolo en un gran arcón en el cual se deposita todo aquello que ya no queramos ver, o sentir, sellándolo en un rincón oscuro de nuestra memoria para poder seguir adelante sin permitir que continúe haciéndonos sufrir.