Una onda expansiva es una onda de choque: una onda que se desplaza más rápido que el sonido, provocando un fuerte incremento de la temperatura y grandes diferencias de presión. Cuando una explosión libera mucha energía, se produce una onda expansiva caracterizada por el aumento repentino de la presión atmosférica.
Debido a la velocidad de desplazamiento de la onda de choque, el aire es empujado y se produce un vacío que debe llenarse con más aire. Para adaptarse a la perturbación, este fluido incrementa su temperatura y su presión de forma violenta.
La onda expansiva, por lo tanto, modifica radicalmente la temperatura y la presión del fluido por el cual se desplaza. Esto quiere decir que si un ser humano es alcanzado por una onda expansiva, puede sufrir graves daños e incluso la muerte.
Los órganos, por ejemplo, pueden reventar ante el aumento de la presión, al igual que los vasos sanguíneos. De esta manera se producen hemorragias internas. Los vasos cerebrales también pueden estallar, causando derrames fatídicos.
Debido a estas cuestiones, ante una explosión, lo conveniente es que las personas se arrojen al suelo, cierren los ojos y se tapen los oídos. Esto permite absorber la menor cantidad de energía posible de la onda expansiva y que su influencia llegue sobre todo a los tejidos más duros, protegiendo a los más blandos y frágiles.
Por otra parte, es importante tener en cuenta que la onda expansiva se pierde poco a poco en la superficie del suelo, ya que el material la disipa. Por eso, cuando se arroja una bomba, es habitual que se la haga explotar antes de llegar al terreno y así incrementar su poder destructivo.
Existe el concepto de lesión por onda expansiva propiamente dicho, y se trata de una clase de traumatismo que tiene lugar a causa de un cambio repentino en la presión, como se explica más arriba, en el contexto de una explosión. No solo ocurren cuando alguien se encuentra cerca de una detonación de explosivos, sino también a causa de la combustión súbita de uno de bajo poder, un proceso que se conoce como deflagración.
Si la explosión se provoca en un espacio reducido, entonces las heridas se califican como compuestas, o sea que se produce una lastimadura en la piel que recubre un hueso que también haya sufrido un daño, en este caso, una fractura.
Las lesiones por onda expansiva pueden ser:
* primarias: las provocan los efectos de la onda expansiva directamente al encontrarse con el cuerpo. El daño de los tejidos ocurre como resultado de la compresión del gas en su interior. Cuando supera la fase de presión positiva, la expansión del gas genera la liberación de una cantidad considerable de energía cinética;
* secundarias: su causa es la colisión contra materiales que salen disparados en la explosión y generan traumatismos de varios tipos, algunos de los cuales incluyen sangrado visible. Por lo general, la gente afectada por una onda expansiva sufre varias lesiones secundarias, en un número proporcionalmente mayor que las primarias;
* terciarias: la onda expansiva lanza al individuo por el aire y lo hace caer violentamente contra el suelo o algún objeto sólido. Dado que los valores de aceleración y desaceleración son muy altos, la fuerza directa también provoca traumatismos, que pueden ser abdominales o craneoencefálicos, y se suman a diversas fracturas y contusiones;
* cuaternarias: algunos expertos las consideran complicaciones de condiciones previas a la explosión y su respectiva onda expansiva, como por ejemplo trastornos de coagulación o incluso un embarazo en curso. En este grupo también se deben incluir exposición a radiación, asfixia y quemaduras, entre otras que podrían calificar como «varias».