El término paleografía deriva del latín moderno palaeographia, a su vez formado por dos vocablos griegos: palaio- (que se traduce como “paleo-”) y -graphía (es decir, “-grafia”). Se llama paleografía a la ciencia que se dedica al análisis de los documentos antiguos para estudiar sus signos y su escritura.
La paleografía, por lo tanto, es la disciplina que se centra en la evolución de la escritura. También se dedica a ubicar, clasificar y datar aquellos materiales gráficos vinculados a su objeto de estudio.
Los expertos en paleografía, conocidos como paleógrafos, investigan las diversas técnicas que se usaron para escribir a lo largo de la historia. En este marco, se orientan tanto al proceso de desarrollo de los testimonios que se plasman por escrito como al resultado de dicho proceso.
Al generar conocimientos sobre los escritos antiguos, la paleografía ayuda a saber diversas cuestiones sobre el modo de vida de otras épocas. El investigador, de esta manera, obtiene información sobre prácticas culturales y sociales de antaño: dichos datos, a su vez, contribuyen al entendimiento de otros periodos históricos.
En su sentido más amplio, la paleografía estudia todas las formas de escritura, independientemente del tipo de material y del idioma, desde que el ser humano comenzó a compartir su pensamiento mediante signos. Esta ciencia, sin embargo, suele orientarse específicamente a la escritura alfabética.
Es importante destacar que la paleografía puede dividirse en paleografía general (que se encarga de cualquier clase de documento escrito) y paleografía especializada (que se ocupa de documentos específicos, como la paleografía epigráfica, la paleografía numismática y la paleografía bibliográfica).
Son varios los criterios que pueden usarse para generar una clasificación de la paleografía y sus diferentes tipos, como ser el objeto de su estudio, la cronología o la finalidad general. En primer lugar podemos hablar de la paleografía diplomática, que se especializa en el estudio de los signos lingüísticos que se pueden encontrar en los documentos.
Hay quienes justifican el nacimiento de la paleografía diplomática en la necesidad de detectar los documentos falsos para evitar el fraude en diferentes ámbitos legales, en particular cuando de su autenticidad dependía una herencia o el acceso a un título nobiliario.
Por otro lado se encuentra la paleografía bibliográfica, gracias a la cual es posible el estudio del contenido presente en los libros y los códices escritos a mano. Este tipo de paleografía se considera una de las ramas de la bibliografía, la ciencia que estudia la evolución y la historia de los libros impresos y manuscritos enfocándose en sus rasgos materiales, como ser su estado de conservación, su encuadernación, sus diferentes ediciones y su impresión.
La paleografía numismática, por su parte, se dedica al análisis de la escritura que hallamos en las medallas y monedas. Los especialistas la relacionan directamente con la numismática, disciplina o ciencia que complementa la arqueología que estudia las fórmulas, los rasgos artísticos y otras características de dichos objetos.
También existe la paleografía epigráfica, dedicada al estudio de las inscripciones arqueológicas y las lápidas. No se centra únicamente en el carácter de la letra sino que también atiende cuestiones como los instrumentos gráficos, el material, la forma, el estilo y el lenguaje, entre otros. En el caso de la paleografía de textos griegos y latinos, las investigaciones suelen priorizar los textos plasmados con tinta sobre materiales blandos.
Como puede apreciarse, la paleografía se relaciona con muchas otras ciencias y disciplinas, y esto nos habla de la importancia de la escritura para nuestra especie. Nuestros idiomas y las diferentes formas que tenemos de expresarlos han jugado un papel fundamental en nuestra evolución, y esconden gran parte de nuestra historia en sus símbolos, en sus materiales y en sus lienzos.