La idea de paralingüística alude a la parte de la comunicación humana que trasciende al uso del lenguaje verbal. La paralingüística está dada por indicios, señales y aspectos que sirven para contextualizar o que insinúan interpretaciones de la información.
El tono de la voz, las pausas al hablar y el modo de controlar la respiración, por ejemplo, son elementos paralingüísticos. A partir de estas cuestiones, el mensaje adquiere diferentes características, más allá de las palabras utilizadas específicamente para su producción.
Aporte de matices
Lo paralingüístico, también conocido como paraverbal, permite dar distintos matices al sentido de lo verbal. Los especialistas reconocen en este conjunto a los modificadores fónicos, los silencios, las pausas, los elementos cuasi-léxicos y los indicadores sonoros que reflejan una reacción emocional o fisiológica.
Tomemos el caso de la voz. El tono, la intensidad y el timbre, por mencionar algunos rasgos físicos del sonido, pueden revelar el estado de ánimo del hablante. La elección de determinados elementos paralingüísticos de este tipo le puede permitir a una persona expresar su sorpresa o su felicidad.
El volumen de la voz como componente de la paralingüística
El volumen de la voz es uno de los factores más importantes de la comunicación. Cabe señalar que el término más adecuado para describir esta propiedad del sonido es en realidad intensidad, ya que el volumen es la magnitud de la superficie que logra ocupar al ser proyectado, el tamaño natural que está ligado al órgano o instrumento que lo produce, y no tiene una conexión directa con la «fuerza». De todos modos, la mayoría de la gente ajena al mundo de la música los usa de manera indistinta.
La paralingüística nos dice que no podemos usar el mismo volumen en cualquier conversación, sino que debemos adecuarlo para evitar que nuestro mensaje se vea impregnado de información involuntaria. Por ejemplo, al hablar con un volumen alto podemos indicarle al interlocutor el deseo de dominarlo, de ubicarnos por encima de él en la jerarquía de la relación; si no deseamos esto, entonces debemos procurar mantenerlo al mismo nivel que el otro.
Lo contrario ocurre al usar un volumen bajo: esto es muy común en las personas con problemas de autoestima, ya que indica sumisión o la intención de que no lo oigan por creer que no tienen nada interesante que decir. La forma en la que usemos la voz también puede repercutir en el respeto que mostremos a nuestro receptor, tanto si usamos un volumen alto como uno bajo, una razón más para cuidar este aspecto de la comunicación.
Otros elementos paraverbales
La risa o un suspiro, en tanto, también inciden en el mensaje. En algunos casos, estos signos se emiten de manera inconsciente, aunque pueden ser usados adrede por el individuo.
En el terreno de la paralingüística entran los gemidos, los ronquidos y otros sonidos. En una charla, un individuo puede expresar “Mmm” para transmitir una duda o para asentir, de acuerdo a cómo emita ese ruido.
Además de los ruidos y sonidos mencionados en el párrafo anterior, la paralingüística reconoce los siguientes: llanto, grito, tos, bostezo, jadeo y carraspeo. Por otro lado, la forma en la que el individuo controle su respiración y la articulación de sus sonidos también influye en la información que el receptor pueda extraer de su mensaje.
Estos datos que llegan del otro lado del proceso de comunicación hacen referencia a diferentes aspectos de su persona, como ser su estado anímico y ciertos rasgos culturales que su interlocutor puede analizar para saber más acerca de él sin tener la necesidad de hacerle preguntas directas.
Es importante tener en cuenta que ciertos componentes de la paralingüística son comunes a muchas culturas pero otros son específicos de determinados grupos. Por eso, en algunos contextos comunicativos, pueden no resultar útiles.