El pavoneo es el acto de pavonear. Este verbo (pavonear), en tanto, alude a una ostentación frívola de galanura, garbo u otra característica o aptitud.
El término deriva de pavo y se lo vincula al pavo real, más precisamente a la conducta que adopta el macho en época de celo. En ese contexto, el pavo real despliega su cola como un abanico para exhibir su plumaje colorido y así llamar la atención de las hembras.
La cola del pavo real resulta fascinante por varios motivos, más allá de su colorido y la belleza de su diseño. Sus dimensiones son, en gran parte, el motivo de la atención que puede llegar a captar de su entorno, tanto de las hembras que puedan estar interesadas en reproducirse con él como de quienes simplemente asuman el rol de observadores. La extensión de las plumas de su cola es considerable, tanto que puede medir más del doble de la altura del propio animal.
Además, una vez desplegada, se forma un gran abanico cuyos costados se apoyan en el suelo, de manera que con sus plumas consigue «oscurecer» gran parte de su entorno y crear una suerte de escenario en el cual él es el protagonista absoluto. Dado que puede cubrir un radio tan amplio y que los colores de su cuerpo producen el nivel ideal de contraste con los de su cola, ante la vista de la hembra puede parecer que «no existe otro pavo en el mundo», una táctica sin duda digna de ser admirada.
Este acto, que forma parte del pavoneo, se complementa con una especie de danza que también realiza el macho luego de haber abierto la cola. Para ello se pone en puntillas y empieza a agitar el cuerpo de una forma muy característica. Es después de todo este esfuerzo que llega el veredicto de la hembra, quien debe decidir si quiere tener descendencia con él.
En el peor de los casos, el macho deberá seguir buscando pareja antes de que se acabe la época de apareamiento, la cual se extiende a lo largo de la primavera. Por lo general, cada pavo real se aparea con un máximo de seis hembras, cada una de las cuales puede poner un promedio de seis huevos. El periodo de incubación dura casi un mes.
Su enorme y llamativa cola también tiene una utilidad fuera del pavoneo: sirve para ahuyentar a gran parte de los depredadores que se acercan al nido con la intención de comerse a las crías. Se cree que como en su diseño parece haber muchos ojos, esto inquieta a los cazadores y los obliga a pensar dos veces antes de dar el golpe.
En el caso del ser humano, por lo tanto, suele llamarse pavoneo a la actitud que toma una persona para tratar de seducir a otra. El pavoneo implica intentar destacarse del resto, exhibiéndose.
En su diccionario, la Real Academia Española (RAE) menciona que el pavoneo puede consistir en hacerles desear algo a los demás. Llevado al plano del juego de seducción o del romanticismo, quien se pavonea busca erigirse como alguien atractivo (es decir, deseado).
El pavoneo, por otra parte, puede asociarse a la provocación, a la pérdida de tiempo y al hecho de no asumir responsabilidades u obligaciones. Supongamos que, en el marco de una gran crisis económica y social, el presidente de un país se muestra en público conversando con modelos y fotografiándose con artistas famosos. En cambio, no responde preguntas de periodistas ni comunica a la población sus actos de gobierno y sus medidas para superar los problemas. Ante esta situación, los medios de comunicación critican el pavoneo del mandatario, subrayando que decide participar de actividades superficiales pero no se esfuerza para conseguir una mejora en las condiciones de vida de la población.