Hasta el latín tenemos que retrotraernos pues es en dicha lengua donde encontramos el origen etimológico del término que ahora vamos a estudiar. En concreto es fruto de la unión de dos palabras: pensamiento, que viene del verbo pensare que es sinónimo de pensar, y abstracto, que procede de abstractus. Un vocablo este que está compuesto por el prefijo abs-, que equivale a “separación”, y por la palabra tractus que puede traducirse como “trecho”.
El pensamiento abstracto supone la capacidad de asumir un marco mental de forma voluntaria. Esto implica la posibilidad de cambiar, a voluntad, de una situación a otra, de descomponer el todo en partes y de analizar de forma simultánea distintos aspectos de una misma realidad, por ejemplo.
Patologías que afectan al pensamiento abstracto
De esta forma, el pensamiento abstracto permite discernir las propiedades comunes, planear y asumir simulacros, y pensar y actuar simbólicamente. Estas habilidades, por lo general, se encuentran dañadas en sujetos que sufren de trastornos mentales como la esquizofrenia.
Una patología mental esta que acabamos de citar que se caracteriza fundamentalmente por el hecho de que la persona que la sufre tiene no sólo alteraciones en lo que es el ámbito de la percepción sino también en lo que es la propia realidad.
De lo concreto a la abstracción
El pensamiento abstracto se diferencia del pensamiento formal, que se basa en las experiencias reales. El individuo crece apoyándose en objetos concretos. Recién a partir de los doce años comienza a reemplazar los objetos por ideas o conceptos propios. Por lo tanto, puede afirmarse que el pensamiento formal es reversible e interno.
A través de un proceso inconsciente, el adolescente es capaz de pensar en abstracto, postular hipótesis y preparar experiencias mentales para comprobarlas. El pensamiento abstracto presenta un carácter proposicional, que consiste en utilizar proposiciones verbales para expresar las hipótesis y razonamientos junto a los resultados que se obtienen.
Piaget y el pensamiento abstracto
Muchos son los estudiosos que han abordado el tema del pensamiento abstracto. Entre todos ellos, no obstante, merece la pena resaltar la labor realizada por el psicólogo suizo Jean Piaget que, entre otras cuestiones, estableció que aquel se consigue aproximadamente a los doce años de edad. Un momento en el que ser humano ha superado la etapa del pensamiento concreto y está abierto a desarrollar y explorar el pensamiento abstracto.
Para Piaget es en ese instante cuando una persona en cuestión está absolutamente preparada, tanto ella de manera general como su cerebro en particular, para proceder a formular todo tipo de pensamientos abstractos.
La importancia del lenguaje
Cabe destacar que el lenguaje es el medio mediante el cual es posible pensar las representaciones de los objetos reales. El pensamiento abstracto se basa en esquemas formales, que son unidades del pensamiento a través de las cuales se representa el conocimiento. Los esquemas posibilitan la predicción y permiten que el sujeto se acomode a las demandas del medio y que integre la información nueva.
Para finalizar podemos establecer que, por todo ello, el pensamiento abstracto es fundamental en cualquier ser humano pues gracias a él tiene la capacidad para deducir, extrapolar lo aprendido a cualquier otra situación, comparar o sacar conclusiones.