Pesadumbre es la condición de aquello que es pesado. El uso más frecuente de este concepto, de todos modos, está vinculado a la tristeza, congoja o pena que provoca un cierto estado o una situación.
Veamos algunas oraciones de ejemplo: “Desde que te marchaste, siento una pesadumbre que no logro superar”, “La pesadumbre se adueñó de mi vida: no hago otra cosa más que sentarme en un banco de la plaza a pensar y a llorar”, “¡Basta de pesadumbre! Esta noche vamos a tomar algo a un bar así nos distraemos un poco y olvidamos los problemas”.
Causas de la pesadumbre
Existen ciertos hechos que, por lo general, provocan pesadumbre. Un ejemplo muy común es el fallecimiento de una persona popular y su impacto en la sociedad; entre los seres más cercanos a la víctima, en cambio, se experimentará una situación profunda que no suele reconocerse como pesadumbre, sino como dolor.
Una derrota deportiva también puede generar pesadumbre. El simpatizante de un seleccionado de fútbol que acaba de ser eliminado de una Copa del Mundo puede encontrarse cabizbajo y desmotivado por haber perdido la ilusión de festejar un título mundial.
La depresión
Cuando la sensación de pesadumbre no se mantiene a lo largo de mucho tiempo, es probable que la persona apesadumbrada sufra de depresión. Este trastorno psicológico está vinculado a un malestar interno que sufre el sujeto y que condiciona su vida cotidiana, generando dificultades en las relaciones sociales. La depresión debe ser tratada por un profesional ya que, en sus casos más graves, puede llevar al individuo al suicidio. Su tratamiento suele incluir desde terapia psicoanalítica hasta el suministro de ciertos fármacos.
Justamente, la pesadumbre se caracteriza por ser pasajera y tener una causa bien definida; además, se espera que no interfiera en las obligaciones de la vida diaria, algo que sí ocurre con la depresión clínica. Más aún, la pesadumbre es una sensación que probablemente sentimos todos los seres humanos alguna vez en la vida, un fenómeno que se da con mucha más frecuencia que el trastorno antes mencionado y que suele desaparecer por sí solo en poco tiempo.
Cómo combatir la pesadumbre
Por otro lado, esto no significa que una interpretación incorrecta de la pesadumbre no pueda desembocar en una depresión o en algún problema de mayor envergadura. Uno de los primeros errores que por lo general cometen las personas en cuanto se notan tristes o abatidas es recurrir a los fármacos sin supervisión o indicación por parte de un profesional de la medicina; esto puede desembocar en una dependencia que, más tarde, acarree enfermedades físicas o mentales que de ninguna manera están relacionadas con la pesadumbre.
Hay quienes sostienen que, así como los medicamentos, la terapia también se utiliza más de lo necesario; en otras palabras, entre los objetivos de la psicología no se encuentra ayudarnos a superar la derrota de nuestro equipo de fútbol favorito o el fallecimiento de uno de nuestros ídolos. Sobra decir que el comienzo o la continuidad de un tratamiento dependen principalmente de la decisión del terapeuta, la cual debe tomar basado en sus conocimientos y en una estimación de cada caso en particular.
Algunas de las herramientas con las que contamos para combatir la pesadumbre son la razón (intentar entender las causas de nuestra tristeza para sobreponernos a ella), las amistades (hablar con nuestros amigos suele ser una de las mejores decisiones cuando nos sentimos mal, aunque más no sea para compartir el peso de los problemas con alguien a quien realmente le importamos) y la aceptación (de nada sirve negar la situación; por el contrario, aprender a vivir con ella es dar un paso en la dirección correcta).