Un piroclasto es un trozo sólido de material volcánico que, a partir de la erupción de un volcán, llega a la atmósfera y luego cae sobre la superficie. Los piroclastos pueden presentar diferentes características morfológicas.
En el inicio de una erupción, el volcán emite un chorro de gas que se conoce como columna eruptiva. Dicho gas, que se encuentra a alta temperatura, es despedido a gran velocidad y puede llegar a una altura de unos cuarenta kilómetros. Esta columna eruptiva contiene los piroclastos.
Mientras más alto llegue la columna eruptiva, los piroclastos serán dispersados a mayor distancia. Por lo general la solidificación del material volcánico expelido se produce en el aire. Los piroclastos pueden dividirse en cenizas, lapilli, bombas y escorias, de acuerdo a su morfología.
Algunos datos de interés sobre esos tipos de piroclastos son los siguientes:
-Las cenizas pueden llegar a ser microscópicas y normalmente cuentan con un diámetro que es inferior a los 2 milímetros. Hay que indicar además que es transportada por el viento a una gran distancia.
-El lapilli, por su parte, podemos establecer que tiene un tamaño que oscila entre los 2 y los 64 milímetros. Viene a ser lava que está fragmentada y se solidifica al ser lanzada al aire y entrar en contacto con este.
-Las bombas volcánicas son las que tienen apariencia redondeada, por regla general, y superan los 64 milímetros de tamaño. De estas hay que establecer que tienen una consistencia plástica y que, al ser lanzadas al aire, se solidifican.
-La escoria, que también responde al nombre de tefra. La misma se identifica por ser trozos de lava porosa que se producen como consecuencia de la rápida liberación de los gases que tiene lugar. Puede tener varios centímetros de tamaño, por lo que es uno de los piroclastos más grandes.
Es importante tener en cuenta que, en el interior del planeta, se encuentra el magma: una masa ígnea que se halla en fusión. El magma se solidifica al enfriarse, lo cual ocurre luego de la erupción. En el caso de los piroclastos, se trata de magma solidificado y fragmentado que asciende con la columna eruptiva y que el viento distribuye.
La caída de los piroclastos acarrea diversos riesgos. Puede provocar desde incendios hasta enterramientos, pasando por el desarrollo de capas de partículas en suspensión que permanecen en el aire.
Cabe resaltar que la agregación de piroclastos permite la formación de las llamadas rocas piroclásticas. Entre ellas es posible reconocer variedades como las ignimbritas y las tobas volcánicas. Todas las rocas piroclásticas son rocas ígneas (se forman por la solidificación del magma) y volcánicas (dicha solidificación se produce a poca profundidad o sobre la superficie).
En España hay un lugar donde se pueden observar con detenimiento una gran cantidad de piroclastos. Nos estamos refiriendo, en concreto, a las Islas Canarias. Allí, tanto en Tenerife como en Lanzarote, hay una enorme variedad de ellos.