Un pizarrón es un elemento que permite dibujar o escribir sobre su superficie y luego borrar los trazos con facilidad. En España, se utiliza la noción de encerado para aludir a este tipo de cuadro.
Existen distintos tipos de pizarrones. En los establecimientos educativos suelen instalarse pizarrones aptos para escribir con tiza: de este modo, los docentes dictan las lecciones y van escribiendo y borrando según sus necesidades.
Estos pizarrones son rectángulos de madera que se pintan de negro o de verde oscuro para que las líneas de tiza sean fácilmente visibles. Para eliminar las marcas, es habitual que se recurra a un borrador compuesto por un trozo de madera con fieltro.
El pizarrón blanco, en tanto, se usa con rotulador o marcador. Al igual que ocurre con la tiza en los otros pizarrones, en este caso la tinta puede eliminarse con un borrador o un paño húmedo.
Los pizarrones no solo se emplean en las escuelas y en las universidades. Muchas veces se destinan a los niños como pasatiempo, para que puedan divertirse mientras dibujan o aprenden a escribir. En estos casos, no siempre los pizarrones son rectangulares, sino que pueden tener forma de vehículos, animales, etc.
Los pizarrones además son importantes en las empresas ya que permiten compartir información o realizar recordatorios. Es frecuente, en este marco, que haya pizarrones en las salas de reuniones.
En las salas de reuniones tienen lugar intercambios de diferentes clases, pero todas comparten una especial importancia para la organización de la empresa. Por un lado se encuentran las que se enfocan en los planes de determinados eventos que tendrán lugar en el futuro próximo, como la promoción de un producto o la visita de un empleado de alto rango desde la oficina central. Por otro están las llamadas «lluvias de ideas» o «tormentas de ideas», donde el pizarrón adquiere una utilidad mucho mayor.
Se entiende por lluvia de ideas a un tipo de reunión en la cual los integrantes aportan constantemente sus propios puntos de vista con respecto al desarrollo de un proyecto, tanto con ideas que hayan pensado de antemano como con otras que les surjan de manera espontánea, como respuesta a las que proponen los demás. Contar con un pizarrón en un proceso creativo de esta clase es indispensable para centralizar los puntos principales y hacer un seguimiento de la forma que va cobrando el proyecto.
Esto se debe complementar con la toma de apuntes de cada empleado para dejar un registro más amplio y preciso, en particular porque el pizarrón tarde o temprano debe borrarse para dejar lugar a las nuevas ideas. De todos modos, en una lluvia de ideas se espera que al final del intercambio quede plasmado el esqueleto de las más importantes, las que han sido aprobadas por mayoría o por los líderes del proyecto, para que los trabajadores puedan consultar esta información en cualquier momento hasta que tenga lugar la siguiente reunión.
La educación no escolarizada también se beneficia del uso del pizarrón, aunque suele ser más pequeño que el tradicional. Los profesores particulares suelen contar con este producto en sus casas para crear un ambiente de mayor participación en sus lecciones, permitiéndole al alumno completar oraciones o responder preguntas en medio de una explicación, pero también para exponer ciertos temas complejos con un espacio suficientemente amplio como para plasmar un gran número de conceptos y relacionarlos entre sí de forma gráfica.
Un pizarrón interactivo, por otra parte, es una superficie sobre la cual se proyecta una señal. En muchas ocasiones estas pizarras digitales son sensibles al tacto, ya sea con los dedos o con algún dispositivo especial.