Polisémico es un adjetivo que se emplea en el ámbito de la lingüística para calificar a aquello que está vinculado con la polisemia. Este concepto, por su parte, refiere a la condición de una palabra o de un discurso que tiene varios significados.
Un término polisémico, por lo tanto, es el que cuenta con diversas acepciones. Un ejemplo de palabra polisémica es “lista”. Una “lista” puede ser una hoja donde se enumeran cosas, pero también un adjetivo que califica a una mujer inteligente o sagaz u otro que indica que algo ya está preparado o terminado: “Por favor, fíjate en la lista de compras si ya anoté que necesitamos arroz para el guiso de esta noche”, “Juana es muy lista: no creo que caiga en la trampa de Edgardo”, “La cena ya está casi lista”.
La condición polisémica de un término puede surgir por diversos motivos. En algunos casos, la noción adquiere una nueva aplicación por un desarrollo tecnológico. En otros, las diferentes acepciones obedecen a metonimias, metáforas u otras figuras retóricas.
Cómo un término puede volverse polisémico
Veamos las diferentes causas en detalle:
* Cambio de uso: muy a menudo nos encontramos con palabras que poseían un cierto significado en el pasado, pero que refieren a conceptos muy diferentes en la actualidad. Los avances tecnológicos pueden y suelen tener una gran participación en este fenómeno, como se puede apreciar en palabras como pantalla, por ejemplo, que entre sus acepciones más antiguas tiene la lámina que se aferra frente a una fuente artificial de luz para disminuir las molestias provocadas en los ojos, pero que en la actualidad asociamos casi instantáneamente con la superficie en la que los dispositivos electrónicos proyectan sus elementos gráficos, tales como imágenes y vídeos;
* Significados especializados: similar al caso anterior, ciertas palabras adquieren nuevos significados para servir una determinada profesión o a una comunidad. Por citar un ejemplo de un término polisémico por esta causa, es correcto decir que solución suele referirse a los sistemas homogéneos que se forman por un solvente y un soluto (el primero en mayor proporción que el segundo) cuando lo mencionan en el ámbito de la química, pero a cada cantidad que satisface las condiciones de una ecuación o de un problema cuando se usa entre matemáticos;
* Usos metafóricos: por ejemplo, cuando un término que refiere a una parte del cuerpo se utiliza para dar nombre a una parte de un objeto inanimado, como ocurre con el uso de brazos para hablar de los soportes laterales de butacas y sillones creados para que sus usuarios apoyen sus brazos, de manos (o manecillas) para referirse a las agujas del reloj, y de patas para dar nombre a los palos que sostienen una mesa o silla;
* Metonimia: un fenómeno (también denominado trasnominación) que consiste en cambiar el significado de una palabra por el de otra aprovechando una relación semántica que exista entre ambas. Entre los ejemplos más comunes se encuentran el uso de pan en lugar de trabajo, alegría en lugar de felicidad, copa o plato en lugar de su contenido, el nombre de un compositor o autor en lugar de su obra, bandera en lugar del país al que representa.
Un ejemplo
Tomemos el caso de “marca”. Esta palabra puede usarse para nombrar a la denominación de un producto en el mercado (lo que está vinculado a un derecho de propiedad), a la señal que posibilita la distinción de algo o alguien o al récord que se consigue en un deporte.
“Coca Cola es una de las marcas más reconocidas en todo el mundo”, “Tengo una marca de nacimiento en mi rodilla izquierda” y “El atleta sudafricano rompió una nueva marca en lanzamiento de jabalina” son expresiones que muestran los distintos usos de la noción.