Los poríferos, también llamados espongiarios o esponjas, son animales acuáticos e invertebrados, que forman parte del subreino de los parazoos. Esto quiere decir que las especies poríferas no tienen órganos, nervios o músculos, aunque sí disponen de un esqueleto interior compuesto por espículas.
De las nueve mil especies de poríferos que se han registrado en todo el planeta, más del 98% vive en los océanos. Hasta mediados del siglo XVIII se consideraba que los poríferos eran plantas, hasta que se detectó que contaban con un sistema para filtrar el agua y que realizaban su proceso digestivo de modo intracelular.
Células de los poríferos
Las células de estos animales son totipotentes, lo que implica que pueden adquirir diferentes formas de acuerdo a las distintas necesidades del organismo. El agua ingresa al porífero mediante los poros que tiene en sus paredes, el animal filtra el alimento a través de las células conocidas como coanocitos y finalmente expulsa el agua a través del ósculo que se halla en su región superior.
Es importante destacar que los poríferos no tienen sistema nervioso ni aparato digestivo. Su movilidad, por otra parte, es reducida, ya que apenas pueden desplazarse hasta cuatro milímetros por día.
Vínculos con otros animales y con el hombre
Debido a su toxicidad, los poríferos no suelen servir como alimento para las especies animales. Como, además, tienen buena resistencia a la contaminación, las esponjas consiguen incluso dominar ciertos hábitat oceánicos.
Desde la antigüedad, el hombre utiliza el cuerpo de estos poríferos para la higiene personal (las esponjas de baño, aunque también se utilizan productos de origen vegetal o sintético). Los poríferos además se emplean para fertilizar los cultivos.
Anatomía de los poríferos
Con respecto a la anatomía de los poríferos, es posible distinguir las siguientes partes:
* coanodermo: está formada por el conjunto de células flageladas que conforman el tapiz del interior de una esponja y que se denominan coanocitos y son prácticamente iguales a los protozoos coanoflagelados, muy importantes para la alimentación y productores de la corriente de agua. Dentro de un coanodermo, su principal cavidad se llama atrio o espongocele. Su grosor puede ser el mismo de una célula, replegarse o generar subdivisiones para dar lugar a racimos de cámaras separadas de coanocitos, según su organización sea asconoide, siconoide o leuconoide, respectivamente;
* pinacodermo: las células externas de las esponjas son pseudoepiteliales, de aspecto ancho y largo y se denominan pinacocitos. Dado que no tienen una lámina basal, no forman una capa conocida como epitelio. Similar a la epidermis de un eumetazoo, el grupo de pinacocitos forma un pinacodermo (también llamado ectosoma), al cual lo atraviesa un gran número de poros dermales, cada uno tapizado por un porocito (una célula arrollada). A través de dichos poros penetra el agua e ingresa en el cuerpo. En algunos casos se identifica una capa de colágeno denominada cutícula que puede llegar a sustituir al pinacodermo, además de recubrirlo;
* mesohilo: entre las dos capas recién descritas existe una zona que se organiza de manera laxa y se denomina mesohilo. En ella es posible hallar espículas del esqueleto, fibras de soporte y un gran número de células ameboides que juegan un papel fundamental en la secreción esqueletal, el transporte de desechos y nutrientes, la digestión y la producción de gametos. Sus elementos se encuentran sumergidos en un mesoglea coloidal;
* esqueleto: en el mesohilo hay muchas fibras elásticas de colágeno y espículas calcáreas o silíceas, según la clase, que representan la porción mineral del esqueleto, la que le proporciona su rigidez y varía según las proporciones mineral y proteica, haciéndolo más duro o flexible, respectivamente. Las fibras de colágeno pueden ser de espongina o delgadas y dispersas y se hallan entrelazadas entre ellas y con las espículas.