Una práctica social es un modo recurrente de realizar una cierta actividad, compartido por todos los integrantes de una comunidad. Dichas prácticas son válidas para una sociedad específica, pero pueden resultar inapropiadas para otras.
En el mundo occidental, por ejemplo, que las mujeres tomen sol en bikini es una práctica social extendida que resulta habitual. En los países islámicos, en cambio, dicha práctica ni siquiera se concibe ya que resultaría ofensiva y escandalosa.
Construcción de una práctica social
Es importante tener en cuenta que las prácticas sociales propias (es decir, las que desarrolla cada persona en el seno de su comunidad) no deben entenderse como las correctas o las adecuadas, ni pensar que las prácticas de otras comunidades están equivocadas. Cada sociedad construye sus propias prácticas en el tiempo y éstas constituyen apenas una manera de hacer las cosas, influenciada por diversos factores.
Una práctica social se construye a través de los años. En la actualidad, sabemos cómo comunicarnos a través de un sistema de mensajería instantánea o chat ya que la sociedad ha desarrollado ciertos códigos (no escribir con mayúsculas, usar emoticonos para transmitir emociones, omitir ciertos signos de puntuación, etc.) que facilitan el entendimiento, más allá del saber técnico. Hace unos años, esta práctica social era inexistente.
Las prácticas sociales también pueden cambiar a lo largo de la historia. Hace varias décadas, en muchas naciones, no era común que los hombres se saludaran entre sí dándose un beso en la mejilla. Hoy, en cambio, esa práctica social es frecuente. Puede decirse, por lo tanto, que se modificó el modo de saludo a nivel social.
Condiciones objetivas
En toda sociedad de seres humanos es posible distinguir dos categorías objetivas: las personas, que constituyen los agentes sociales, y las condiciones materiales en las que habitan, que representan el mundo de los objetos. Juntas, dichas categorías integran lo que se conoce con el nombre de condiciones objetivas de la vida en sociedad.
Dichas categorías se relacionan entre sí y generan acontecimientos, los cuales se denominan prácticas sociales. Esta interacción entre seres vivos y objetos materiales es inevitable, pero no se da de una manera espontánea y desordenada; se trata de un proceso muy complejo que comienza por necesidades puntuales y se desarrolla hasta alcanzar un estado de orden y control, de manera que pueda ser imitada y que prevalezca en el tiempo.
La práctica social y lo natural
De esta manera también nacen las reglas del juego que representa la vida en sociedad. Estamos tan acostumbrados a respetar los límites de nuestra comunidad que solemos tomarlos como cuestiones naturales; sin embargo, muchos de ellos fueron construidos a lo largo de varias generaciones. Dichos límites suelen ser prácticas sociales que adquirimos de manera inconsciente, a través de nuestra crianza, de los medios de comunicación o incluso como resultado de nuestra inserción en la sociedad.
Las escaleras mecánicas son un elemento común en la mayoría de los países desarrollados; las reglas que lleva asociadas, por otro lado, no siempre son las mismas. En algunos lugares, por ejemplo, la gente se ubica en el escalón que tiene disponible y espera mientras el dispositivo la traslada al otro extremo o camina para acelerar el proceso, siempre que no haya nadie atravesado; sin embargo, en ciertos países, las normas indican que aquéllos que no desean caminar deben ubicarse a la derecha, para dar paso a los otros por la izquierda.
Cabe mencionar que el término práctica social puede ser entendido, en el ámbito académico, como una materia que busca concienciar a los estudiantes acerca de las necesidades de una comunidad en concreto y brindarles las herramientas adecuadas para crear estrategias que tengan como objetivo satisfacerlas y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. En este caso, el concepto se entiende como un trabajo práctico en y para la sociedad.