La noción de prácticas corporales alude, en su significado más amplio, al movimiento realizado por una persona que genera un cierto gasto de energía y modifica el estado de reposo. Dicha actividad puede ir más allá de lo instrumental.
Relación de la persona y su cuerpo
Las prácticas corporales se vinculan a la estructura biológica y sirven para expresar o comunicar algo. Mientras que el ejercicio físico es una acción planificada que se repite para mantener o mejorar la salud, la práctica corporal contempla la condición social, expresando el vínculo entre el individuo y su cuerpo, sus hábitos de vida y otros factores.
Cada individuo se relaciona con su propio organismo de una manera única, aunque basado en una estructura social común, que se desarrolla a lo largo de los siglos en cada región. Debemos señalar que nos resulta imposible evitar las prácticas corporales, a menos que nos lo impida una condición de salud. Por otro lado, no es necesario tener basamentos teóricos para hacerlo.
El cuerpo y la cultura
En el ámbito de la antropología, la idea de prácticas corporales permite reflexionar sobre la cultura a partir del cuerpo. Hay expresiones y gestos que resultan propios a una comunidad, con lo cual el cuerpo permite exteriorizar una representación de la realidad.
La cultura y la biología, en definitiva, aparecen interconectadas en las prácticas corporales. Estas manifestaciones motrices reflejan costumbres y relaciones de poder y van cambiando con el avance de la historia.
Diferentes ámbitos
Puede decirse que las prácticas corporales refieren al uso del cuerpo en múltiples situaciones, apelando a movimientos, actuaciones y expresiones. El arte, el deporte y el juego, por ejemplo, implican el desarrollo de prácticas corporales.
Es posible distinguir entre las prácticas corporales formales y las prácticas corporales informales. En el primer caso, son enseñadas y estructuradas mediante la educación escolar y el rol de un docente, mientras que en el segundo caso no están sometidas a las disposiciones que emanan de los establecimientos educativos.
Prácticas corporales recomendadas
Los expertos en esta conexión con nuestro propio cuerpo recomiendan diferentes prácticas, que apuntan a diferentes gustos, necesidades y que del mismo modo ofrecen resultados complementarios, aunque todas ellas ofrecen resultados transformadores. Uno de los elementales consiste en ponerse de pie, sosteniendo en cuerpo con una postura firme a la vez que relajada, elevar los brazos sin afectar la estabilidad general, respirar profundamente y, luego de un máximo de cinco minutos, volver los brazos a su posición de descanso.
También es posible tensar voluntariamente una parte del cuerpo, como ser una pierna o un brazo, mientras inspiramos, para luego contener el aire durante unos segundos y finalmente soltarlo a la vez que liberamos la tensión. Esto genera un gran placer y no requiere ninguna preparación previa ni un alto grado de motricidad.
A menudo pasamos por alto la importancia de la quietud en el ámbito de las prácticas corporales: sin este estado de inactividad no existiría el movimiento, por lo cual ambos se complementan de forma inevitable. Una práctica corporal que nos puede ayudar a disfrutar de esta oposición consiste en ir a un sitio muy tranquilo, donde no nos siga el estrés, y comenzar a movernos muy lentamente desde la total inactividad.
De manera casi inversa, se recomienda practicar cada tanto un freno absoluto a toda actividad física, de la manera más espontánea posible. Interrumpir lo que sea que estemos haciendo para llegar a la quietud y sostenerla durante unos segundos o minutos, mientras nos enfocamos en sentir nuestra propia existencia.