La preadolescencia es la etapa previa a la adolescencia. Dado que la adolescencia (que procede del vocablo latino adolescentia) es el periodo de vida que llega después de la niñez y que se inicia con la pubertad, la preadolescencia es la etapa intermedia o de transición entre ambas edades.
No existe una definición exacta de la preadolescencia, ya que su desarrollo varía en cada persona. Por lo general, se entiende que un preadolescente es un individuo que tiene entre 11 y 13 años.
En la actualidad, el acceso que los niños tienen a la información hace que dicha franja etaria sea más difícil de identificar; dado que no puede acelerarse la llegada de la adolescencia a nivel fisiológico, la interferencia de los medios masivos en el desarrollo y la ausencia de los padres durante la infancia pueden provocar que la preadolescencia comience antes.
Características de la preadolescencia
El cuerpo del preadolescente ya no es el mismo que el del niño, aunque tampoco evidencia el grado de desarrollo que recién se acentuará en la adolescencia. Respecto al comportamiento, la preadolescencia es una etapa de contradicciones: por un lado, el preadolescente mantiene conductas infantiles pero, por otro, empieza a evidenciar un deseo de autonomía que se acentuará en los años siguientes.
Esta etapa se caracteriza por una mayor percepción del entorno y de las posibilidades que acarrea la libertad; así como los niños pequeños suelen hablar solos y viajar a mundos imaginarios sin que parezca importarles que haya gente observándolos, los preadolescentes comienzan a abandonar dicha falta de pudor en pos de la búsqueda de una identidad, del rol que les gustaría ocupar en la sociedad.
El entorno social
En la preadolescencia suele iniciarse la identificación con el grupo de amigos. El niño que solía estar apegado a sus padres deja paso al preadolescente que se siente identificado con sus amistades, experimentando un sentido de pertenencia. Esto suele manifestarse a través de los gustos y las aficiones: comienza un intercambio cultural más intenso y efectivo, de manera que la figura de los padres pierde fuerza como referente del mundo exterior, ya que aparecen nuevos, más jóvenes, más entretenidos, «más parecidos a uno».
De manera paralela, la influencia social comienza a ser más fuerte. En la niñez, las personas desarrollan su personalidad a través de lo inculcado por la familia; a partir de la preadolescencia, la influencia que ejercen ciertos líderes externos al grupo familiar (que pueden ser un amigo, un maestro, etc.) se hace más notoria.
La personalidad en la preadolescencia
Son muchos los aspectos de nuestra personalidad que debemos moldear a medida que crecemos: desde nuestra risa hasta nuestra manera de hablar, escribir, caminar y mirar, llega un momento de nuestras vidas en el cual comenzamos a ser conscientes de que podemos decidir cómo nos ve el mundo exterior y, por lo tanto, queremos hacerlo. Aunque no existe una edad exacta en la cual las personas comienzan a sentirse atraídas sexualmente por otras, es común que esto ocurra durante la preadolescencia, razón que suma importancia a la imagen que damos de nosotros mismos.
Como en toda etapa de crecimiento, la preadolescencia suele incluir ciertos conflictos con los padres y otras figuras de autoridad. Es importante, por lo tanto, que los adultos acompañen al preadolescente mientras le inculcan los valores que lo ayudarán en su maduración.
En algunos países se habla de la edad del pavo para describir un período que suele coincidir con la preadolescencia y que se caracteriza por una serie de actitudes difíciles de entender y soportar por los padres, como la constante efusividad, momentos de risa demasiado prolongados y torpeza provocada por una falta aparentemente voluntaria de atención al entorno. Visto desde afuera, la edad del pavo parece consistir en querer comportarse como un idiota todo el tiempo; desde adentro, se siente como una búsqueda feroz de disfrutar a pleno cada gota restante de infancia.