Precariedad es la condición de precario (aquello que carece de recursos, es poco estable o no está en condiciones de sostenerse en el tiempo). Por ejemplo: «Mucha gente aún vive en la precariedad», «Me preocupa la precariedad de este tren: ¿será seguro?», «La precariedad laboral es uno de los grandes problemas de este país».
La precariedad puede referirse a las características materiales de algo. Una vivienda que tiene suelo de tierra, paredes de madera y techo de chapa puede ser calificada como precaria, ya que no brinda seguridad ni las comodidades básicas que se supone que debe tener una casa. En un sentido similar, un automóvil con los vidrios rotos y la carrocería agujereada también puede señalarse como precario.
Precariedad laboral
En el ámbito del trabajo, la precariedad está vinculada a la falta de seguridades y garantías para el empleado. En teoría, las relaciones laborales están regidas por leyes que aseguran ciertos derechos al trabajador. Cuando el trabajo es informal («en negro»), en cambio, la persona carece de esa contención o respaldo, por lo que pasa a sufrir la precariedad.
La precariedad laboral, por lo tanto, puede implicar un salario que no alcanza a satisfacer las necesidades esenciales del individuo; condiciones de trabajo que ponen en riesgo la salud; jornadas laborales que superan las horas permitidas por la legislación; y la posibilidad latente de perder el empleo sin recibir indemnización alguna.
Un ejemplo de precariedad en el ámbito del trabajo se encuentra en los trabajadores textiles que duermen en el mismo lugar donde cosen o tejen. Estas personas cobran un monto alarmante por cada prenda terminada y además son forzadas a trabajar hasta doce horas por día, sin contar con aguinaldo, obra social ni aportes jubilatorios.
El impacto en la salud
En una sociedad desarrollada, el salario está destinado a cubrir muchas más necesidades que la simple supervivencia a nivel biológico (meta que se alcanza a través de una vivienda digna, vestimenta y comida, por ejemplo), sino que apunta a permitir el acceso a una vida con oportunidades para estudiar, relacionarse con otras personas, viajar y entretenerse. Esto nos lleva a la importancia de las condiciones laborales para el equilibrio emocional de los trabajadores.
Las víctimas de precariedad laboral son muy propensas a sufrir enfermedades mentales, del mismo modo que tienden a padecer problemas de salud a nivel físico, todo a causa de la falta de estabilidad a la cual las someten sus puestos de trabajo. El comportamiento en sociedad de un empleado que sufre esta incertidumbre se ve alterado ante la inseguridad que genera no contar con un puesto laboral que satisfaga sus necesidades básicas.
Víctimas de la precariedad en el trabajo
Incluso en las etapas de nuestra vida en las cuales no podemos acceder al empleo de nuestros sueños, los seres humanos llegamos a identificarnos con nuestro puesto laboral dada la asiduidad con la que suele llevarse a cabo el trabajo fijo y la importancia que posee para nosotros, por ser la fuente de dinero que usamos para alimentarnos y pagar nuestra vivienda. Para muchas personas, la oficina es el segundo hogar, independientemente de cuánto disfrute le proporcione.
Si existe la amenaza constante y silenciosa de que el puesto de trabajo desaparecerá, esto repercute negativamente en la percepción de nuestra propia identidad; la incertidumbre acerca del ingreso monetario conlleva una falta de autoestima y de deseos de seguir adelante. En pocas palabras, la precariedad laboral es una forma de desprecio y de abuso: quienes la practican obligan a sus empleados a soportar un trato que podría compararse con una tortura extendida en el tiempo. Las víctimas, por otro lado, pueden llegar a sentir que no existe una salida, que no tienen una mejor alternativa.