La interrogación que se lleva a cabo con el objetivo de recibir cierta información, se conoce como pregunta. Al preguntar, la persona pretende obtener una respuesta que le permita satisfacer su duda.
Capcioso, del latín captiōsus, es un adjetivo que hace referencia a algo que resulta falaz o que busca confundir o engañar. Una pregunta capciosa, por lo tanto, pretende lograr que el interlocutor se confunda o que entregue una respuesta que, en realidad, no estaba dispuesto a dar.
Características de una pregunta capciosa
Las preguntas capciosas intentan dejar en evidencia a aquel que responde. Supongamos que un periodista entrevista a un diputado que está acusado de enriquecimiento ilícito. Como el entrevistado se encuentra a la defensiva y no quiere pronunciar nada que lo comprometa, el periodista puede apelar a las preguntas capciosas para que el diputado termine confesando.
Otra posibilidad es que las preguntas capciosas se utilicen como entretenimiento o como ejercicio mental. Por ejemplo: “¿Sabes qué pasó ayer entre las 18 y las 19 horas en la capital de Sri Lanka?” (respuesta: una hora), “¿Qué es más pesado: un kilogramo de plumas o 1000 gramos de plomo?” (respuesta: pesan lo mismo), “Un tren eléctrico se dirige al oeste a 80 kilómetros por hora. El viento sopla con dirección norte. ¿Hacia dónde se esparce el humo?” (respuesta: hacia ningún lado, ya que los trenes eléctricos no generan humo al desplazarse).
Puede afirmarse, en definitiva, que las preguntas capciosas confunden al interlocutor ya que enmascaran su respuesta a través de recursos retóricos y de distintos artilugios.
Interrogaciones sugestivas e impertinentes
Resulta interesante analizar otros dos tipos de preguntas que a menudo se confunden con la capciosa en el ámbito jurídico: la sugestiva y la impertinente. Estas tres se distinguen con claridad para la jurisprudencia española, y aprovecharemos su teoría para explicar las diferencias que hay entre las tres.
Si bien la confesión y el testimonio son dos medios de prueba muy antiguos y de gran utilidad para el sistema judicial, las preguntas que les realizan los abogados deben mantenerse dentro de un cierto marco para ser consideradas válidas, para que las apruebe el juez. Esto no es un capricho en favor del testigo, del acusado o de la persona que se encuentre en el estrado, sino una necesidad para que los hechos se puedan reconstruir de manera fiable.
Retomando la definición de pregunta capciosa, en el contexto de un juicio se puede tratar de una táctica de engaño y confusión que lleva a cabo la parte contraria para conseguir una respuesta específica, que favorezca sus propios resultados en el caso en detrimento de la otra parte. Para ello puede apelar a cuestiones íntimas, a hechos que la sensibilicen y la desestabilicen.
Una pregunta sugestiva, por otra parte, es aquella que da lugar a una respuesta afirmativa como si fuera la única posible a través de la lógica. Esto se consigue con una serie de afirmaciones previas que sustentan su formulación. En lugar de preguntar de forma abierta acerca de un hecho en particular, emite una introducción en la que poco a poco se van cerrando las posibilidades hasta que queda una sola, y cede la palabra al otro precisamente en ese momento, para que diga lo que «cualquier persona diría».
La pregunta impertinente es la que no tiene relación directa con el tema central del juicio, que no forma parte de los objetivos del proceso. Es necesario resaltar que cualquier pregunta emitida durante un juicio debe enfocarse en los hechos y no en los motivos que hayan impulsado al testigo a comportarse de la forma en la que lo hizo. Las autoridades tengan derecho a cuestionar a sus testigos y a obtener pruebas no, pero no pueden hacer uso de él por medio del abuso.