Prolegómeno es un término derivado un vocablo griego que puede traducirse como “preámbulos”. El concepto se utiliza para nombrar al tratado que se ubica al comienzo de una obra con la intención de establecer los fundamentos generales de aquello se tratará a continuación.
Por ejemplo: “El sociólogo explica en el prolegómeno de su ensayo qué entiende por tribu urbana”, “Es un libro escrito con un lenguaje tan complicado que ya me desconcertó desde el prolegómeno”, “En el prolegómeno de la tragedia, el emperador anuncia a su mujer que defenderá la fortaleza o morirá en el intento”.
El prolegómeno como introducción
La noción de prolegómeno puede asociarse a la idea de introducción o antecedente. En este caso, un prolegómeno puede estar formado por los hechos previos a un suceso principal. Si un periodista quiere realizar una crónica sobre un dirigente político que gana una elección y es elegido como gobernador, puede afirmar que el prolegómeno de su triunfo incluyó acuerdos con fuerzas opositoras y encuentros con vecinos. Esto quiere decir que dichos antecedentes sirvieron para el éxito que obtuvo en las elecciones.
El prolegómeno también puede ser una etapa histórica que antecede a otra. En este sentido puede hablarse del prolegómeno de la democracia en un país o del prolegómeno a la conquista de un territorio.
Prolegómeno, por otro lado, suele utilizarse en el lenguaje coloquial para mencionar a una introducción o preparación que resulta excesiva o innecesaria: “¿Por qué tanto prolegómeno? No pierdas tiempo y dime en qué puedo ayudarte”, “No sigas con el prolegómeno, no pienso perdonar a tu hermano”.
El concepto en teología cristiana
La religión cristiana se vale del término prolegómenos para definir la teología fundamental: aquella que estudia y presenta los principios fundamentales, básicos y primarios de la teología (una empresa que tiene el objetivo de crear un sistema coherente de prácticas y creencias).
La teología cristiana está basada especialmente en los textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, pero también en las tradiciones propias de la religión que se han recogido a lo largo de la historia. Su práctica incluye la explicación del contenido de la Biblia a través del análisis racional, la crítica y la defensa de las posturas en ella expresadas, con el fin de promover el cristianismo.
Los principios a los cuales hace referencia la idea de prolegómenos pueden llegar a comprenderse a través de la teología, gracias también a comparar la religión cristiana con otras creencias, defendiéndola contra críticas y objeciones; así todo resulta en que el cristianismo tenga más posibilidades de propagarse y atravesar fronteras.
El primer prolegómeno del cristianismo puede considerarse el contacto con Dios, que puede ocurrir mediante una comunicación activa o pasiva. Esta revelación no siempre incluye al propio Dios, sino que puede manifestarse un ángel, entre otros agentes divinos; a la persona que vive esta experiencia se la conoce con el nombre de profeta.
Para los cristianos, la Biblia fue revelada de forma divina, lo cual puede considerarse como un hecho sobrenatural, tanto como la inspiración de un artista. Este tipo de revelación no requiere necesariamente de la actuación directa de Dios o un agente; los católicos romanos, por ejemplo, llamaban locución interior a la percepción de una voz interior que sólo podía oír su receptor.
Las escrituras pueden considerarse la base de la teología cristiana; cada una de ellas es un prolegómeno, un antecedente de su estudio, de la formación de los pilares sobre los cuales se apoya en la actualidad. Un concepto muy relevante en este contexto es la inspiración bíblica, la doctrina de la teología que busca explicar el origen de la Biblia, estudiando especialmente lo que este conjunto de libros puede enseñarles al respecto.