Una propina es una recompensa que se añade al precio de un servicio a modo de reconocimiento por la atención recibida. Se trata de una especie de agradecimiento o de reconocimiento al trabajador.
Las características de la propina dependen de múltiples factores. Por un lado, la práctica está vinculada al contexto cultural: las maneras de dar propina dependen de cada país por los hábitos y las costumbres. En el caso del restaurante, suele dejarse un monto de dinero en la mesa, pero el cliente también puede indicarle al camarero que se quede con el resto y lo considere su propina, entre otras opciones.
La propina también se asocia al rubro. Mientras que en algunos sectores la entrega de propina es considerada casi como una obligación o incluso está estipulada en el precio, en otros resulta algo atípico o poco frecuente.
A nivel general, puede decirse que es el cliente quien decide si dar propina o no y elegir el monto de la misma. Muchas veces se toma un porcentaje del precio total a modo de parámetro o estándar. En Argentina, por citar un caso, se estila que la propina en un bar o en un restaurante sea equivalente al 10% del precio pagado por la consumición. Así, si una persona gasta 200 pesos en un almuerzo, debería dejarle 20 pesos de propina al mozo o camarero.
Debido a que generalmente los camareros reciben propinas, los empleadores suelen contemplar este ingreso extra para el trabajador a la hora de negociar las condiciones de contratación. En otras empresas, por el contrario, se prohíbe a los empleados aceptar propinas ya que esa retribución puede distorsionar las condiciones del servicio.
En el caso de los cruceros, muchas navieras incorporan la propina a la tarifa que abona el viajero. En este marco las propinas se vuelven obligatorias, pese a que en ocasiones el crucerista está habilitado a pedir un reembolso si no quedó conforme con el servicio.
Dicho todo esto, podemos distinguir dos tipos de relación laboral con respecto a la forma en la que entienden la propina: los que la admiten como un posible gesto por parte del cliente para expresar su excepcional conformidad con la atención que le hayan brindado; los que la consideran una parte esencial de los ingresos de sus empleados, razón por la cual sus salarios son muy ajustados y no resultarían satisfactorios para hacer frente a los gastos mensuales.
Entre trabajadores del sector de la restauración, por ejemplo, es común que los camareros hablen de sus propinas tomándolas como un parámetro para medir cuán bueno ha sido su día. A su vez, esta forma de cobrar su dinero vuelve el trabajo muy inestable, porque es imposible estimar con precisión los ingresos del mes siguiente. Como punto positivo está el incentivo de autosuperarse para mantener o aumentar el monto de estas pagas complementarias, y esto también beneficia al empleador, ya que le asegura que sus empleados se esforzarán en su trato con el público.
Dado que, como se menciona más arriba, la propina no funciona de la misma manera en todos los países, también hay diferencias en las expectativas de los empleados a la hora de completar sus tareas y recibir el pago por sus servicios. Sin adentrarnos en ejemplos precisos, en algunos países se espera que las propinas sean generosas, mientras que en otras consisten en sumas discretas de dinero que con mucha frecuencia se omiten sin ningún «sentimiento de culpa» por parte del cliente. Por lo tanto, en una tienda del primer grupo, un empleado se alarmaría si recibiera una propina pequeña, mientras que en el segundo su sorpresa sería inmensa si recibiera una propina considerable.